En mitad de la dura tarea de promoción de Dolor y Gloria en su carrera a los Oscar, Antonio Banderas es capaz de hallar unos minutos de rutina física con la que prepararse para el inminente estreno de A chorus line. El emblemático musical de Broadway, creado por Michael Bennet y galardonado con nueve premios Tony es la obra elegida para el estreno, este viernes 15 de noviembre, del Teatro del Soho Caixabank Málaga, el recinto cultural con el que el actor malagueño aspira a romper el eje cultural Madrid-Barcelona y consolidarse como promotor artístico. El sueño de su vida, según ha reconocido en multitud de ocasiones, cuyo trayecto le ha hecho "derramar muchas lágrimas". Y los paisanos de Banderas parecen reconocérselo incluso sin verlo, dado que desde que se abrieron las taquillas a mediados de octubre se han vendido ya más de 33.000 entradas.

Tras las funciones en Málaga, este A chorus line enteramente en español inciará en febrero una gira por Bilbao, Barcelona, Madrid e incluso EEUU. La obra cuenta precisamente la historia de un grupo de jóvenes bailarines de Broadway que aspiran a un lugar en la línea del coro. Su elección para el estreno del teatro no es una coincidencia, ya que la obra rompió el modelo de teatro que reflexiona sobre sí mismo al poner el foco sobre quienes sostienen la industria de los musicales.

Bennet dio voz a los grandes bailarines no conocidos, por eso encierra un mensaje para quienes forman parte del espectáculo, democratiza a todos los que no tienen voz, soñadores con gran capacidad de sacrificio en busca de la excelencia, explicó el actor durante la presentación del espectáculo. Una invitación al trabajo duro para todos los estudiantes de artes escénicas del mundo, y a que sean conscientes de que, como decía la famosa serie de los 80, la fama cuesta y no todos podrán alcanzarla.

Baayork Lee, la coreógrafa original

Para ponerla en marcha, Banderas cuenta nada menos que con Baayork Lee, coreógrafa y codirectora artística a quien el propio Bennet encargó la tarea de mantener el espíritu original del libreto estrenado en 1975, y que acaba de recibir el Premio American Artist en reconocimiento a su aportación al teatro norteamericano. Junto a Lee, que participó en la obra original interpretándose a sí misma, estarán también Arturo Díez Boscovich, director musical al frente de una pequeña orquesta de 17 personas, y John Breglio, uno de los productores primigenios que repite tarea aquí junto a Banderas.

El actor malagueño no solo será coproductor. Se encarga junto a Lee de la dirección artística, y dará vida además a Zach, el personaje principal y alter ego de Bennet: el exigente director y coreógrafo encargado de poner firmes a los cantantes, actores y bailarines durante los ensayos previos a un gran estreno. Ese elenco lo conforman una treintena de intérpretes de diversas nacionalidades, entre los que destaca el también malagueño Pablo Puyol, conocido por sus trabajos en musicales y series de televisión española y que tomará el testigo de Banderas cuando éste se ausente. Seleccionados a través de un duro cásting celebrado en Madrid, Barcelona y Málaga, muchos de ellos proceden de la Escuela Superior de Artes Escénicas de Málaga (Esaem), con la que el teatro colaborará intensamente.

Ahora mismo es lo más importante que he hecho jamás, sin duda, incluido Hollywood, pero no es una tumba, es una cuna, una cuna donde vamos a criar a un niño precioso, destacó durante la presentación de la obra. A sus 59 años, Banderas acumula ya cuatro décadas de exitosa carrera que abarca desde películas a musicales y obras de teatro. Sin embargo, nunca ocultó su doble anhelo: dedicarse a la promoción artística y, de paso, hacerlo desde su tierra.

Lo intentó primero en Madrid, con un gran espacio escénico que no salió. Volvió a plantearlo en Málaga en el 2017 con un macroproyecto cultural y de ocio en pleno centro de la ciudad. Pero tras ganar el concurso de ideas convocado por el Ayuntamiento (PP) para aprovechar una jugosa parcela de titularidad municipal, abandonó muy dolido por las críticas de dedazo de la oposición, que cuestionaron que se le adjudicara siendo el segundo proyecto más votado y ante la sospecha de que obtendría también la concesión del recinto.

Escaldado, Banderas decidió apartarse de las administraciones y buscó un lugar donde retomar su proyecto únicamente mediante iniciativa privada. Lo encontró en el antiguo Teatro Alameda, donde tras un ambicioso lavado de cara y una inversión de 2,3 millones de euros pudo montar su centro de producción de teatro desde Málaga al resto del mundo que, bajo la batuta de Lluís Pasqual, compaginará espectáculos con enseñanza.

"El impulso final -ha declarado el actor a Efe- llega cuando tengo un ataque al corazón y me doy cuenta de que nos morimos. El dinero en el banco no es más que un proceso intelectual maquiavélico, pero un teatro tiene el disfrute de poder hacer lo que amas, y eso no tiene precio".