Lapo Elkann, la oveja negra de los Agnelli, los fundadores de Fiat, es ahora un corderito después de verle las orejas al lobo. No es ninguna parábola. Es la realidad de este italiano nacido en Nueva York hace 42 años que le ha dado la vuelta a su vida como el que gira un calcetín. Lapo no está de momento para fiestas. O al menos eso parece viéndole con el semblante serio en una imagen con la mascarilla con los colores de la bandera italiana.

El nieto de Gianni Agnelli ha lanzado una campaña de recaudación de fondos, no importa la cuantía, a favor de la Cruz Roja italiana titulada Never give up (Nunca desisitir). Para este proyecto solidario ha contado con la ayuda de amigos famosos como el rapero Fedez, la actriz Valeria Golino, los futbolistas Gianluiggi Buffon, Paolo Maldini y Cristiano Ronaldo (quien, recordemos, milita en la Juventus de Turín, el equipo de la familia Agnelli)

Pero retrocedamos. Lapo Elkann estaba abonado a los escándalos. Al margen de sus fotos de gentleman pasado de vueltas (siempre ha figurado en las listas como uno de los hombres mejor vestidos de Italia, gracias a Gucci y compañía) su nombre solía aparecer también en las crónicas de sucesos. Por una sobredosis de drogas como la que sufrió en el 2005 en Turín, por una juerga con prostitutas como la que se corrió en el invierno del 2016.

O, más retorcido, por el secuestro que fingió días después para pedirle a su familia un rescate de 10.000 dólares, un incidente también macerado con champán, cocaína y sexo con un travesti en un hotel de Manhattan, por el que llegó a ser detenido en Nueva York y por el que tuvo que pedir perdón por enésima vez.

Elkann hizo un reset en su alocado ritmo de vida desde que sufrió el pasado diciembre en Israel un accidente de coche que estuvo a punto de costarle la vida (le produjo diversas fracturas y lo dejó en coma durante dos días) un siniestro que le obliga a caminar todavía con la ayuda de un bastón. Así que, al menos cara a la galería, está haciendo su particular vía crucis, y de paso, ayuda a sus compatriotas en la lucha contra la pandemia del coronavirus que tan duramente se ha cebado también con Italia.

Antes de lanzar esta iniciativa en favor de la Cruz Roja italiana, en una publicación compartida en su cuenta de Twitter, Elkann dirigía hace unos días una «carta de amor» a su país, escrita «como se escribe a una mujer que en estos momentos no está, pero que pronto volverá», comenzaba. «Si siempre he demostrado mi amor incondicional por el ingenio italiano, de Leonardo da Vinci a Mattei, de las películas de Fellini al Futurismo, de Ferrari y Fiat a Diesel y Piaggio, de las muchas excelencias de la comida italiana a Barilla, de Palladio a Renzo Piano, de Armani y Moncler a Gucci y Diesel, de Brembo a todas las banderas de las pequeñas empresas de nuestro país en el mundo, ahora me he enamorado de otra Italia», continuaba.

«no es un capricho / «Es la Italia de quienes resisten cada hora, cada minuto y cada segundo que pasamos en este momento oscuro y sombrío. Una Italia compuesta de médicos, enfermeras, profesionales de la salud, capaces también de donar una sonrisa entre lágrimas, transportistas, vendedores, cajeros, y pequeños, medianos y grandes emprendedores», enumeraba el empresario, dedicado a una compañía de venta de accesorios de moda y gafas de sol, Italia Independent (con Cristiano Ronaldo de socio), y a otra de motor, Garage Italia.

Elkann asegura estar limpio de adicciones y volcado también en su fundación. Como explicó en Il Corriere della Sera, tras el accidente ha encontrado un nuevo sentido a su vida. «Quiero dedicar mi tiempo, mi corazón y mis recursos económicos a hacer el bien, ocupándome de mi fundación, que no es un capricho de niño consentido», decía refiriéndose a la organización The Laps-Libera Accademia Progetti Sperimentalicon que, desde hace cuatro años, ayuda a menores en situación de exclusión social. «No soy como creen los demás, sino un hombre con el corazón abierto y ganas de hacer el bien. Con el accidente he entendido que ese es mi nuevo lema de vida».