Icíar Bollaín suele decir que criar hijos es un reto mayor que hacer cine. La directora es madre de tres niños, nacidos de su relación con el guionista Paul Laverty. Cada vez que estrena película, le suelen preguntar cómo es capaz de conciliar su vida laboral y profesional. Es, de hecho, una cuestión a la que recurren muchos periodistas cuando entrevistan a directoras y actrices que son madres. ¿Qué pasa con ellos, los directores que son padres? ¿Cómo combinan la crianza de los hijos con jornadas de trabajo irregulares y, en algunos casos, agotadoras y plagadas de viajes? Cinco realizadores nos ofrecen sus recetas.

Borja Cobeaga

El director de Fe de etarras, cuyo primer hijo nació hace 20 meses, es feliz con la paternidad, pero también realista: «La calidad de vida se va a tomar por saco. Vives cosas maravillosas, pero ahora entiendo a la gente que dice que no quiere hijos». Para criar al suyo, ha formado un equipo al 50% junto a su pareja, que se dedica a la publicidad. «Cuando yo ruedo, ella se ocupa más del crío. Y viceversa: yo me encargo más cuando ella asume mayor carga laboral». Ser padre le ha hecho renunciar a algún proyecto, pero subraya que ahora es más ordenado. Afirma con orgullo llevar las riendas de la vida familiar: «Sé perfectamente qué come cada día mi hijo en la guardería y tengo en la cabeza el calendario de las vacunas». El guionista de Ocho apellidos vascos tira de sentido del humor al reconocer que tanto él como su pareja han visto el abismo este invierno pasado para poder conciliar hijo y trabajo: «Tres otitis en tres meses y dos veces por semana al ambulatorio… Por suerte tengo un trabajo flexible. A no ser, claro está, que esté rodando», detalla.

Marc Recha

Cinéfilo desde que era un chaval, sigue siendo un francotirador que hace el cine que le da la gana, películas con poco dinero y mucha libertad. En el 2015 puso a su hijo detrás de las cámaras (que entonces tenía 6 años) para rodar Un dia perfecte per volar, reflexión sobre la paternidad y un canto de amor a su hijo. «Tengo suerte porque, como hago cine en los márgenes de la industria, dispongo de mucho tiempo para estar en casa, escribir, leer y, por supuesto, estar con mi niño. Soy un padre presente». El realizador de La vida lliure deja claro que la implicación en la crianza es total: «No hay diferencia entre ser padre o madre».

Mateo Gil

El guionista habitual de Alejandro Amenábar, que acaba de estrenar Las leyes de la termodinámica, es padre de un niño de 2 años y su experiencia le hace afirmar que la conciliación es imposible. Tanto que su mujer, que también se dedica al cine, ha abandonado su vida profesional durante un tiempo. ¿Por qué no ha renunciado él a su vida profesional? «Lo podía haber hecho, pero estaba en mejor posición económica que ella», responde. «Si te dedicas al cine es complicado criar a tu hijo. Sobre todo en los rodajes, que tienen condiciones espantosas para una madre que quiere dar el pecho». Afirma que los hombres de su generación están «más concienciados» en la crianza.

Pau Durà

Tiene dos gemelos de 8 años, fruto de su matrimonio con una periodista. Cuando ella estaba en la recta final del embarazo, el actor y realizador empezó a pensar en la responsabilidad que les venía encima y parió la idea inicial del guion de su primera película como director, la brillante Formentera Lady, que se estrenará en junio. «Ni mi mujer ni yo dejamos de trabajar al convertirnos en padres. Conciliamos como podemos, como todo el mundo. Me sorprende que se diga que los niños dependen más de las madres. No es nuestro caso. Yo cocino en casa y llevo a los niños al colegio. Mi mujer y yo hacemos equipo, estamos al 50%. Hay momentos, cuando yo estoy rodando, que ella se ocupa más. Pero otras veces soy yo el que está al frente», asegura, y puntualiza que si tanto el padre como la madre quieren seguir viviendo como antes y desarrollándose profesionalmente hay que pagar una cuidadora.

David Trueba

«Para mí ha sido muy importante combinar el trabajo con los hijos. He renunciado a trabajos para estar con ellos y nunca he pensado que hacía algo dañino para mi carrera. Ahora son más mayores [21 y 13 años], pero cuando tenían 3, 4 o 5 años no era ninguna broma», afirma el escritor y cineasta, que lleva años separado de la madre de sus hijos, la actriz Ariadna Gil. «Cuando hacía la serie ¿Qué fue de Jorge Sanz?, muchos no entendían por qué marqué un horario estricto y a las dos de la tarde dejábamos de rodar. Les decía que era por mis hijos, salían del cole y les tenía que preparar la comida. Siempre me ha parecido que la conciliación es inteligencia productiva». No da crédito cuando algún amigo le pregunta si la vida le cambiará tras ser padre. «¿Eres tonto? Por supuesto que sí. Ahora bien, te puede cambiar para bien o para mal. Depende de ti».