Amal y George Clooney viven obsesionados por su seguridad. Tanto que gastan unos dos millones de euros al mes en proteger sus vidas y las de sus mellizos, los pequeños Alexander y Ella, que cumplieron 2 años en junio. El actor ya mostró su preocupación por las amenazas recibidas por su esposa, Amal, conocida activista por los derechos humanos, cuando defendió a la joven yazidí Nadia Murad, secuestrada como esclava sexual por el Estado Islámico y, finalmente, Premio Nobel de la Paz el año pasado, a los 25 años.

Pero la situación ahora ha cambiado, sobre todo después de que Amal haya interpuesto una denuncia ante los tribunales franceses contra la multinacional francesa de cemento Lafarge, a la que acusa de «complicidad con los crímenes contra la humanidad cometidos por el ISIS». Esta empresa supuestamente realizó en el 2013 pagos multimillonarios a ISIS para continuar trabajando en una de sus plantas de cemento en una zona de Siria controlada por Estado Islámico».

«Mi esposa está llevando el primer caso contra el ISIS a los tribunales, por lo que tenemos muchos problemas de seguridad reales a diario», ha explicado el actor, de 58 años, a la revista The Hollywood Reporter. «No queremos que nuestros hijos sean objetivos de los terroristas, por lo que tenemos que estar muy atentos».

Ambos habían viajado en el pasado a zonas de conflicto como Sudán y Siria. «Pero todo cambia cuando tienes dos hijos. Toca pensar en lo que debes hacer por protegerlos», ha explicado el protagonista de Syriana.

Y lo que están haciendo es blindar sus vidas. Los Clooney viven a caballo entre sus tres propiedades principales, una mansión en Inglaterra, otra en Los Ángeles y también su retiro de Villa Oleandra, en el lago de Como, en Italia, donde han recibido de Barak Obama a los duques de Cambridge. Sus tres residencias se han transformado en búnqueres. Por ejemplo en la residencia de Londres, una mansión de estilo georgiano llamada Aberlash House, en una isla del río Támesis, a 60 kilómetros de la capital, los Clooney se han gastado una fortuna en cámaras de seguridad, dispositivos antiincendios y antiatentados. Y han mandado construir una habitación del pánico.

PASEO POR CENTRAL PARK / La pareja ha contratado además un servicio de guardias de seguridad que controlan sus movimientos las 24 horas. Los viajes que realizan deben estar planificados y muchas veces ni sus propios familiares ni amigos cercanos saben dónde se encuentran. «Echo de menos poder dar un paseo tranquilamente por Central Park con mi esposa y los niños -se lamentaba el actor en The Hollywood Reporter-. Pero también queremos vivir nuestras vidas. No nos vamos a ir escondiendo por las esquinas».

Al poco de casarse en el 2014 en Venecia, George Clooney, uno de los actores mejor pagados de Hollywood y embajador de buena voluntad de la ONU, creó junto a Amal The Clooney Foundation for Justice, para recalcar que su compromiso con los derechos civiles no era postureo e iba en serio. Entre sus iniciativas recientes está el llamamiento al boicot contra las empresas del sultán de Brunei por la ley que condenaba a los homosexuales a la lapidación, una iniciativa que forzó al sultán a retirarla. También han donado 500.000 euros para ayudar en la organización de la marcha que se celebró en Washington para pedir un mayor control de las armas tras la matanza de Florida de febrero del 2018.

El año pasado, la pareja también donó un millón de dólares a la organización Souther Poverty Law Center, que lucha contra el racismo. Han sufragado una aplicación que permite seguir juicios poco transparentes en países donde no hay libertad sexual, religiosa o política o donde se discrimina a las mujeres. Y hace dos años cedieron su casa de Augusta a Hazim Avdal, un refugiado iraquí de 23 años, al que pagaron sus estudios en la universidad de Chicago.