Todos hemos oído hablar de los universos paralelos. Series de televisión como Fringe o la reciente Counterpart han abordado el tema. La base del asunto consiste en que nuestro mundo está duplicado, que hay otro planeta igual que el nuestro en el que todos tenemos un doble. Que sean iguales, no quiere decir que ambos universos funcionen igual ni que en ellos sucedan las mismas cosas. Alguien puede debatirse entre la vida y la muerte en nuestro mundo y acabar diñándola, pero en el otro, la balanza puede acabar inclinándose por la vida. Por eso les puedo decir, tras recurrir a fuentes científicas de primer orden, que Elvis sigue vivo en el otro mundo, mientras que los Rolling Stones fallecieron al estrellarse su avión privado durante la gira de 1976. O que Michael Jackson -hoy llamado Mary Elizabeth Jackson tras su operación de reasignación de sexo- goza de una perfecta salud física y moral en el Otro Lado.

En el Otro Lado, Jackson no murió en el 2009 tras empapuzarse de Propofol, el opiáceo que le administraba su médico personal, Conrad Murray, con una generosidad y una tolerancia dignas de mejor causa. Estuvo, sí, entre la vida y la muerte, teniendo en vilo a sus millones de fans, pero al final se impuso la vida.

En el transcurso de esos dos días, toda la existencia del señor Jackson desfiló ante sus ojos, y lo que vio no le gustó: una infancia infecta, marcada en el cuerpo por los golpes de cinturón que le aplicaba su implacable progenitor, Joe, hombre empeñado en triunfar de manera vicaria a través de sus hijos, adúltero lascivo y, en fin, dudoso ejemplo de masculinidad para un chaval en formación; su obsesión por instalarse en una infancia que, de hecho, nunca había tenido, rodeándose de niños que siempre acababan causándole problemas, cuando él solo quería compartir con ellos el bonito tiovivo del rancho Neverland; sus penosos intentos de convertirse en una persona, digamos, normal, relacionándose con mujeres con las que no sabía muy bien qué hacer, más allá de ofrecerse a tricotar en pareja; por fin algo agradable: Elizabeth Taylor, a la que consideraba prácticamente como una madre y que era una de las escasas representantes del género femenino con las que se encontraba a gusto; y, finalmente, apareció la imagen que cambiaría su vida: una refulgente virgen María que se acercaba a él y cuyos rasgos eran muy similares a los suyos: la misma melena negra, la misma piel blanca, la misma nariz reconstruida…

El doctor, a la calle

¿Qué significaba aquello? ¿Qué mensaje le enviaba el Creador mientras se debatía entre la vida y la muerte? Cuando salió del trance, se propuso averiguarlo. Aunque lo primero que hizo fue despedir al doctor Murray y conformarse con ver por la tele los programas del célebre Dr. Phil (que, en el Otro Lado, por cierto, tiene un ojo de cristal).

En busca de explicaciones para lo que vio en el sueño de Propofol, Michael recurrió a Antony Hegarty, líder del grupo Antony & The Johnsons, que ahora se hacía llamar Anohni y aseguraba ser un transexual. Anohni lo vio claro enseguida: la visión le indicaba a Michael el camino a seguir, que era convertirse en una mujer virgen llamada a engendrar al hijo de Dios, para que éste protagonizara su segunda visita al Otro Lado. En busca de otra opinión, Michael recurrió a Caitlyn (antes Bruce) Jenner, quien le aseguró que ser mujer era mucho más divertido que ser hombre, sobre todo si contabas con una buena amiga para llevar a cabo peleas de almohadones.

Tras el tiempo necesario para hormonarse y prepararse psicológicamente para el cambio de sexo, Michael se convirtió durante el verano del 2016 en Mary Elizabeth Jackson, siendo su nombre un homenaje a la virgen María y a Elizabeth Taylor. Cuando le comentó el asunto a su padre -tras desheredarle sin que éste se enterara-, el sacacuartos de Joe le dijo, lapidario: «Total, para el camino por el que te ha llevado tu rabo, más vale que te lo cortes».

Tras la sorpresa inicial, los fans se reafirmaron en su amor hacia él, y fueron de mucha utilidad cuando, poco después del caso Weinstein, a Mary Elizabeth le cayeron acusaciones de abusos a niños a cascoporro: como dijeron sus admiradores, la nueva virgen María era incapaz de algo así. Lo de alumbrar al hijo de Dios solo fue posible gracias a unos fotomontajes de Jeff Koons, que en el Otro Lado sigue casado con Cicciolina. Mañana, Mary Elizabeth Jackson cumplirá felizmente los 60 en el Otro Lado, aunque en éste lleve criando malvas desde el 25 de junio de 2009.