Hay momentos en los que uno toma conciencia de su soledad. Por ejemplo, cada vez que sale David Bisbal por la tele y cambias de canal horrorizado, mientras la mayoría de los espectadores se quedan enganchados a la pantalla, mesmerizados por la voz de trueno del muchacho y su catálogo de patadas al aire, que no tiene nada que envidiar al de Elvis en sus últimos años en Las Vegas. Vamos a ver, te preguntas, ¿qué es lo que no funciona en mí? ¿Cómo es posible que la magia de Bisbal no ejerza en mi psique enferma la fascinación que genera en millones de seres humanos? Y así hasta llegar a una conclusión muy preocupante: ¿se puede ser buena persona si David Bisbal te resulta irritante?

De momento, le felicitaré el cumpleaños: ayer le cayeron los 40 a nuestro hombre. Aunque de apellidos catalanes, David Bisbal Ferré nació en Almería en 1979, de una madre costurera y un padre boxeador que llegó a campeón de España en la categoría de peso ligero. Sus inicios son de película de Antonio Molina -'Esta voz es una mina', sin ir más lejos- y resultan perfectos para la biopic que tarde o temprano se le dedicará a nuestro hombre. Trabajaba en un vivero de Almería y cantaba para entretenerse -y porque el artista lo es a todas horas, da lo mismo un escenario que un vivero- cuando la dueña, María del Mar Martínez, se prendó de sus trinos y le ofreció un trabajo como vocalista en la Orquesta Expresiones, que controlaba su marido.

Tras actuar en innumerables fiestas mayores andaluzas, Bisbal ya no volvió al vivero, sino que se presentó a las pruebas de admisión de un nuevo concurso de televisión llamado 'Operación Triunfo', apoteosis de los cantantes de karaoke y bofetada en la cara a la dignidad del rock & roll y la música pop en general que alcanzaría un éxito prodigioso. David quedó segundo en la edición de 2001 y, como se dice en estos casos, el resto ya es historia: según una encuesta de la agencia Personality Media, en 2016, el 97% de los españoles sabía quién era David Bisbal.

Nos equivocamos por completo los listillos que le pronosticamos una breve gloria. Nos parecía un cantante de fiestas mayores bastante potable, un cantante de karaoke resultón, pero incapaz de insertarse en la noble tradición de grandes histriones españoles que encabezan, ex aequo, Raphael y Camilo Sesto. Como de costumbre, los listillos nos tuvimos que comer nuestras palabras: David Bisbal iba directo hacia el triunfo permanente. A día de hoy, se calcula que ha vendido unos 6 millones de discos, atesora 60 discos de platino, es una estrella en Sudamérica y hasta ha protagonizado sendos duetos con Rihanna y Miley Cyrus. El tío de la melena al viento y las patadas al aire que tanta risa nos daba cuando lo veíamos aparecer por televisión ha llegado a lo más alto con su propio esfuerzo, aunque algunos preferiríamos que se hubiese quedado en el vivero almeriense. Eso sí, los listillos no somos mezquinos: en 'Operación Triunfo' había cantantes más banales y empalagosos que Bisbal -pienso en Bustamante o en Manu Tenorio, del que me ponía nervioso hasta la sonrisita de seductor-, por lo que aún podemos darnos con un canto en los dientes.

David Bisbal ofrece, además, un perfil humanitario, como demuestra su condición de embajador de Unicef y su contribución económica a la oenegé Red Hand, que rehabilita a niños soldado. Hay un largo recorrido desde la Orquesta Expresiones: seis discos arrolladores, varias mujeres, algún hijo y, sobre todo, un corte de pelo que le dejó sin melena, aunque, a diferencia de Sansón, no le afectó negativamente en lo más mínimo.