Cuando Eminem respira sube el precio del pan. Cada vez que abre la boca, el artista estadounidense, leyenda viva del hip-hop, un 'rara avis' que se abrió paso en el mundillo del rap cuando este era un género dominado abrumadoramente por afroamericanos, genera debates y comentarios que no dejan indiferente a nadie. No le faltan feligreses a su causa, que lo elevan al nivel de un dios griego, como tampoco detractores que lo tachan de ser un viejo resabiado y pasado de moda. A estos ha querido callar 'Em' con su último e inesperado álbum: 'Kamikaze'. El disco, que homenajea en su carátula al grupo musical Beastie Boys, fue lanzado el 31 de agosto y en menos de 48 horas desbancó al rapero canadiense Drake como artista más escuchado del mundo en Spotify.

La canción In My Feelings de 'Drizzy', que originó el controvertido challenge en el que la gente se baja de un coche en marcha para ponerse a bailar la melodía, ha sido fulminada 54 días después por el nuevo hit de Eminem, The Ringer, que sumó más de 5 millones de reproducciones durante el día de su estreno. Una barbaridad al alcance de muy pocos, desde luego. Y que adquiere una dimensión más épica si tenemos en cuenta la tirante relación que han tenido ambos artistas, y que representa el choque entre la vieja y la nueva escuela.

UN GOLPE EN EL ESTÓMAGO

Al triunfo de carácter musical hay que sumarle, por lo tanto, la venganza personal del artista nacido en los barrios más humildes de Detroit. Con su nuevo álbum, Eminem no solo ha conseguido bajar de lo más alto del 'olimpo' a Drake, sino que le ha dejado un par de recaditos en forma de versos que se clavan como puñales. "Ponme una pista, voy a dibujarlo como un libro de colores. Tienes algunos puntos de vista, pero todavía estás por debajo de mí. Los míos son más altos, así que cuando comparas nuestros puntos de vista, te paso claramente por encima. Yo no recito el coro a menos que lo haya escrito", rapea 'Em' en uno de sus singles. Al jugar con la palabra Views (Puntos de vista), que da nombre a uno de los discos de Drake, miles de seguidores ya lo han interpretado como un ataque que aviva el debate sobre si hay terceras

personas escribiendo las canciones del canadiense.

Eminem ha vomitado todo su odio, y lo ha hecho volviendo a los orígenes, con un rap que no deja títere con cabeza . A través de sus vitriólicas y sarcásticas letras, el rapero critica especialmente a la industria musical y a los nuevos exponentes del género, que venden millones "teniendo escritores fantasmas" detrás. En este sentido, su 'pique' con Drake no es algo nuevo. "Es un buen rapero de estudio, pero en una batalla callejera yo le destrozaría", declaró 'Em' en el 2016. La réplica de 'Drizzy' no se quedó corta: "Su tiempo ya pasó, es normal para un perro viejo querer volver al punto de mira intentando atacar al rey".

VUELTA A LOS ORÍGENES

El retorno de Eminem al beef (ataque verbal a otras personas) y al rap más esencialista, a modo de metralleta, está haciendo las delicias de sus fans más acérrimos a la par que aviva polémicas entre el resto. La estrella de la NBA, Lebron James, forma parte de los primeros. En la cuenta de Instagram de Eminem se puede ver al jugador de Los Ángeles Lakers rapeando las irreverentes letras de su nuevo disco, con el subidón de quien descubre algo que le fascina por primera vez.

Sin embargo, el nuevo trabajo de Eminem ha sido muy criticado, otra vez, por los ataques homófobos. Una polémica que ha acompañado al artista durante toda su carrera, y que fue puesta en entredicho por Elton John, que le defendió en el 2013 recordando que 'Em' no asocia la palabra "maricón" a "homosexualidad", sino que la usa como sinónimos de "zorra" o "capullo".

Así, con sus luces y sus sombras; con sus admiradores y sus críticos; con sus amigos y sus enemigos, Eminem vuelve a hacer lo que ha hecho siempre, desde que era el jóven 'blanquito' que rimaba en los suburbios de Detroit durante la década de los 90: triunfar en el panorama musical. A sus 45 años, todavía le quedan ganas de seguir "cuestionando lo incorrecto", aunque asegura que cuanto más lejos llega, más le cuesta rapear.