Enrique Iglesias no saldrá en la foto de la boda de su hermana. Ni él ni su novia desde hace más de 15 años, la tenista rusa Anna Kournikova. Él ha sido el gran ausente en la boda patrocinada de su hermana Ana Boyer, de 28 años, con el tenista madrileño Fernando Verdasco, de 34.

La relación entre ellos siempre ha sido muy buena y, de hecho, se esperaba que el cantante viajara desde Miami, donde reside, para estar junto a los novios en la isla caribeña de Mustique donde se ha celebrado el enlace. Un desplazamiento corto para el que podía haber utilizado su propio avión privado o, en su defecto, alquilar uno más pequeño, tipo cuatrimotor, que es el que suelen usar los potentados que buscan en esta pequeña isla convertida en resort de lujo privacidad.

Enrique tampoco tenía estas fechas ningún concierto -como así figura en su página oficial- así que los motivos de su ausencia se deben, según varios medios, a que no quería participar de la exclusiva de la boda, que ha sido vendida a la revista de cabecera de la familia, el ¡Hola!.

UN JUEGO QUE NO VA CON ÉL / Desde hace años el cantante y ganador de varios premios Grammy vive de su trabajo y no participa en este tipo de reportajes patrocinados habituales en la saga Preysler. «Ese juego no va con él. Tiene buenos asesores y gente que le aconseja y formar parte de esta exclusvia no le beneficia», explica el portal Vanitatis.

Por lo que ha trascendido hasta ahora, el enlace tuvo que adelantarse al jueves, unos dicen que por el temporal, otros por las filtraciones. En cualquier caso, y aunque haya habido intercambio de anillos, Ana Boyer y Fernando Verdasco (vestidos, ella de Pronovias y él, de Pedro del Hierro), ya cumplimentaron legalmente su unión hace un tiempo. Según Vanitatis, fue para poder vivir bajo el mismo techo en Doha (Qatar) donde el deportista tiene su cuartel general. En ese país se considera delito las relaciones prematrimoniales y la convivencia a las parejas, ya sean nacionales o extranjeras.

La pareja se habría casado en régimen de separación de bienes, de forma que cada cónyuge puede conservar su propio patrimonio y los beneficios individuales los pueden gestionen con total autonomía. Un régimen que, por otra parte, no imposibilita tener bienes comunes.

El patrimonio con que Ana llega al matrimonio es bastante exiguo comparado con el de su novio. Ella ha dejado su trabajo de economista y ha optado por seguir los pasos de su madre y vivir a golpe de portada y photocall. Distinto es el caso de Verdasco, pues lleva acumulado en el tenis un capital de más de 12 millones de euros.