Hablamos con el actor Miguel Ángel Muñoz (Madrid, 1983) en un descanso del rodaje de un espot publicitario. Pronto veremos al que fuera ganador de Masterchef celebrity con una chaquetilla blanca pero esta vez anunciando las ensaladas Florette.

-¿Sigue en un momento bien aliñado de su vida?

-Pues sí. 2017 fue un año increíble y parece que continúa. Más allá de los éxitos profesionales, mi filosofía es agradecer todos los días tener salud. Pero es cierto que he vivido experiencias increíbles y me siento bien conmigo mismo.

-Qué trabaja más, ¿la mente o el cuerpo?

-No soy hombre de excesos y me cuido, pero no tanto como pueda parecer. Hago deporte, running, pero sin pasarme. Lo que hago es practicar mucho yoga. Me da autocontrol.

-¿Se siente esclavo de los retos que se marca?

-Intento que los retos me aporten felicidad, pero es cierto que a veces me marco objetivos difíciles. Sin ir más lejos, el año pasado corrí la maratón de Boston lesionado y después, sin recuperarme del todo, hice la de Nueva York, con el mejor tiempo que he hecho nunca: 3,28 horas. Fue muy heroico, pero no se lo aconsejo a nadie. Hay que difrutar también con los retos pequeños.

-Subir los 5.350 metros del Pico Tarija, en los Andes bolivianos, con Calleja, fue otra proeza.

-Sabía que iba a Bolivia pero no me imaginaba que subiríamos a un glaciar. No quise que me dijeran cuál era la aventura hasta estar allí. Y disfruté desde el primer día en el avión igual que cuando tocamos la cima con unas condiciones terribles y con el cuerpo al límite, pero no más. Me lo pasé en grande en el Salar de Ayuni, que es de los sitios más espectaculares que he pisado nunca, en La Paz o cocinando con una familia que vive a 4.500 metros de altitud y que tiene lo básico. Esa es la clave, disfrutar cada momento. Es lo que se vio también en Masterchef. Me divierte aprender y me hace feliz. Ganar fue un regalo.

-A veces cocina para una persona muy especial, la Tata, 93 años. La recordó en su Instagram el pasado jueves, día de la mujer.

-A ella y también a mi madre. Mi tata es la hermana de mi bisabuela, que es quien se ocupó de mí cuando era pequeño porque mis padres eran muy jóvenes y tenían que trabajar. Siempre he sido muy discreto con mi vida personal. Fue a raíz de Masterchef cuando se hizo popular, pero mi relación con ella es de toda la vida.

-¿Dirigirá un proyecto con ella?

-Ya he grabado el material, lo que pasa es que no lo he compartido, nada más que con el equipo técnico. Lo hice para nosotros y si algún día lo monto lo veremos nosotros porque es muy íntimo. Y ahora lo que estoy haciendo es desarrollar un guion para una historia de ficción basada en nuestra historia común donde ella es también protagonista que quizá, si sigue como está de salud, se pueda ver algún día.

-¿Qué le hacer perder la sonrisa?

-A veces me quita la sonrisa la falta de tiempo para colaborar con tanta gente que necesita el apoyo de un cara conocida para que su voz se escuche. Y me hiela la sonrisa las tremendas desigualdades de este mundo. También me quita la sonrisa la falta de compasión con la que nos miramos. Yo creo en el karma. Y creo que en un momento de la vida, en esta o en otras si es que las hay, que tengo mis dudas pero tiendo a pensar que sí, de alguna forma se tendrá que compensar tanta injusticia como existe en el mundo. Por eso no pierdo de vista que soy un privilegiado que ha podido hacer de su vocación su profesión.