Aunque el 'OT' del 2017 quería esquivar la nostalgia y erigirse como una nueva edición de los nuevos tiempos "la 1.0", como reivindicó la decidida Nerea y asintieron sus compañeros, ha vivido esta noche, la de Navidad, un capítulo que se nutre de ella. Porque, es Navidad, y porque, ¡qué demonios!, este concurso no habría existido sin aquel del 2001 que abrió un capítulo en la historia de los concursos musicales de la tele.

Y para los 'OTfans' de todas las edades (los nostálgicos y los que por su edad descubren el fenómeno) siempre resulta curioso ver cómo conviven en el escenario, cómo interpretan y reinterpretan los "mayores" y los "peques", una misma canción.

Cómo se junta a las dos benjaminas de ambas ediciones, Nerea y Nalia; qué química desprenden los dos pequeños genios con un mundo propio, Alfred y Naïm; qué atmósfera tan mágica pueden crear los dos seductores con aire melancólico, Cepeda y Manu Tenorio; qué delicia es ecuchar las dulces flamenquitas, Mireya y Nuria Fargó, y ver compartir escenario a las indiscutibles reinas de ambas ediciones, Rosa y Amaia, que, gane o no la navarra, el título "de España", que ostentó, ostenta y ostentará la López, no se lo quita nadie.

Las grandes ausencias

En esta gala especial de Navidad hubo grandes ausencias, aunque eran de esperar. Costaba creer que David Bisbal (con tanto compromiso internacional) y Chenoa (con contrato exclusivo con Atresmedia y poco propensa a interferir en la aventura de los nuevos 'triunfitos') hicieran acto de presencia.

Mireya y Juan Camús tendrán sus razones (quizá las mismas que casi no les hicieron participar en 'OT: el reencuentro'), pero la caída de la lista de David Bustamante, un incondicional de 'OT' 17, como ha demostrado mojándose en el dificilísimo papel de jurado en dos ocasiones, no solo frustó a Nerea, que sería su pareja.

En la grabación de este especial, a la que asistió EL PERIÓDICO, se pudieron ver en primera persona muchas cosas que traspasan la pantalla o ya circulan por las redes, pero que no captan las cámaras. Como la gran profesionalidad de estos chicos, que se mueven por el plató con total naturalidad y que aguantan sin quebrarse un directo que ven millones de personas.

Grabada, pero como en directo

Porque esta gala fue grabada, pero todo funcionó como un reloj suizo sin oírse el fatídico "hay que repetir" hasta que no había finalizado. Un problema técnico que solo detectan los técnicos hizo repetir el 'Camina'. Y en ese segundo intento, al adorado Cepeda (el del 'fenómeno' el de la consigna "Cepeda, se queda") va y se le traba la letra del rap y hay que grabarlo de nuevo. Pero a la tercera va a la vencida y el himno queda genial. Ya gusta a todos.

¿Repetir dos veces la canción final? Eso no es nada en un programa de cuatro horas. Y es que todo está medido al milímetro. Mientras que un concursante actúa, en el sofá donde está el resto, aparece de la nada un equipo de cinco o seis personas que retocan maquillajes (¡al minuto de empezar!) y a un ritmo frenético colocan y recolocan como en un puzle a los concursantes para que cuando les enfoquen ¡oh, milagro!, las cámaras ya todos estén en la recámara de salida, al ladito de Roberto Leal (un gran acierto el del presentador, que ya es un 'triunfito' más, el hermano mayor de los chicos).

Y se ve, por ejemplo cómo Mamen, la única profesora que acude voluntariamente como espectadora, se emociona con cada cosa que dicen y hace sus "niños" sin parar de caerle la baba; cómo Cepeda accede a ponerse una camiseta que no sea tan tristona como su gesto y se hace un lío con el micro, con lo que le tienen que ayudar antes de que le enfoquen; cómo Aitana le arregla, después, el cabello a su adorado Cepeda amorosamente...

Pero, sobre todo, cómo el público aprovecha la mínima para contactar con los concursantes, cómo lanza consignas que, fuera de cámara, son reprendidas por el equipo: "¡No hay que dar información!". Pero es difícil. Porque cuando hay que repetir 'Camina', el público, que ya se lo sabe cantándolo si dejarse una nota, ya muestra sus preferencias entonando la ya mítica 'La bikina' de Ana Guerra (que les sigue, emocionada); el 'No puedo vivir sin ti' de Cepeda y Aitana (quienes les dedican la imagen del espejo y sus manos tocándose).

Y cuando se acaba la grabación, como cuando acaba el directo, concursantes y público salen por etapas, como si transitaran por las habitaciones estancas de un submarino para que, en vez de agua, no se filtre una información que pueda influirles. Pero los chicos de 'OT', en su encierro, ya saben cuánto y cómo les quiere el público. Ya empiezan a saber lo que quieren de ellos.

Esperemos que el bueno de Cepeda no se entere de la que le está preparando Forocoches, que con su campaña de votos pretende lanzarle directo al triunfo al estilo de El Tekila de 'Got talent', que fue todo un fiasco. Porque no sería justo ni para él ni para el resto de sus compañeros, que con 20 añitos buscan la fama sin tener que hacer 'edredoning'.