Desde hace dos años y medio, cuando tomó las riendas de Gucci, Alessandro Michelle no deja indiferente a nadie. Cada puesta en escena del director creativo es única. Y se le ama o se le detesta, pero las cifras están con él y ha conseguido aumentar las ventas de la firma, y eso que sus precios son prohibitivos. También ha consegido que mucho sigan su estela y le imiten descaradamente.

Que se hable de Michelle es lo que ha ocurrido de nuevo en su presentación en la Semana de la Moda de Milán, donde ha convertido la pasarela en un quirófano pintado de verde, con camillas, sillas y luces. Con la salida de los modelos a golpe de latidos débiles del corazón comenzó los que algunos han calificado de auténtica "pesadilla". Su estética excesiva. Algunas chicas y chicos -los desfiles de Gucci son mixtos- portaban del brazo una réplica de sus cabezas, en lo que algunos han querido ver una referencia a la exitosa serie televisiva 'Juego de tronos', concretamente a las cabezas de los hombres sin rostro o a la cabeza de Ned Stack del final de la primera temporada. También algunos modelos portaban camaleones y bebés dragones, otra referencia a Daeneruys, la madre de dragones. Y alguna modelo ha desfilado con un tercer ojo en la frente. Todo muy onírico y pop.

"Una metáfora de la propia evolución", han asegurado desde Gucci, que se han referido también a la leyenda del bebé dragón en el frasco. Sea como fuere, los estampados, el uso del terciopelo rojo, las americanas con cuadro de gales, las faldas de cuadros han quedado relegados por esas prótesis. Seis meses han tardado en una empresa de efectos especiales para hacerlas con la ayuda de impresoras 3D.

Sentada en primera fila del desfile del que fuera uno de sus discípulos estaba Donatella Versace. "El secreto de Michele es que no ha tenido miedo a arriesgar y a mantenerse fiel a su personalidad, que es lo que hoy le falta a la industria. La monotonía va a acabar con la moda". Si ella lo dice.