Su madre es sarda, y su padre, egipcio. Milanés de 26 años de mirada y voz profunda, Alessandro Mahmood, de nombre artístico Mahmood, sorprendió al mundo representando a Italia en Eurovisión con Soldi (Dinero), la misma con la que en febrero ganó el Festival de San Remo, una canción en la que expresa la rabia que sintió con el abandono de su padre cuando era un niño y que ha versionado en castellano. Su vídeo de Soldi lleva 100 millones de reproducciones en YouTube y él lo ha celebrado mostrando el tatuaje de cobra que le recorre toda su espalda.

-Lleva una temporada viviendo en hoteles. Echa de menos su casa y el pasar desapercibido.

-Bueno, no me quejo y estoy feliz de estar en Barcelona, una ciudad que me encanta. La discográfica me ha prometido que me dejará un mes libre, pero que me dedique a componer.

-Cómo es su disco, ‘Gioventù bruciata’ (‘Juventud quemada’).

-He tardado tres años en escribirlo y grabarlo y ahí vuelco experiencias propias y de la gente que me rodea, preguntas y dudas que me asaltan. El título hace referencia a la película de James Dean, [Rebelde sin causa], aquella en la que la final muere su amigo, el actor Sal Mineo. Son historias de personas un tanto desencantadas. Es modo de ver las relaciones personales, hay un velo de melancolía que impregna esas canciones.

-Como en ‘Soldi’, donde habla del divorcio de sus padres.

-Sí. Y contiene ese punto de rebeldía, en la que me encaro con él. Habla de una realidad de ahora, quizá no muy cómoda pero sí muy común para muchos jóvenes que han visto cómo sus padres se han separado. Habla también de otros tipos de familia, además de la tradicional.

-¿Se reconcilió con su padre?

-Sí. Me felicitó por la canción y por él éxito en San Remo. Todo aquello está superado. Está todo bien entre nosotros.

-Va a poner de moda su ‘maroco-pop’. ¿Así lo llama no?

-Sí, bueno, lo que no quiero es que mi música quede limitada a un género. Mi música tiene trap, rock, pop melódico, bases electrónicas, hip hop...

-¿Habla árabe?

-No. Sardo, que se habla en Cerdeña, donde suelo ir cada verano. Pero si tuviera tiempo me encantaría estudiar árabe.

-Guarda un buen recuerdo de su paso por Tel-Aviv.

-Por supuesto. Eurovisión fue una experiencia única. Y me encantaría regresar a Israel, sobre todo por poder ver con más detenimiento Jerusalén. Me fascinó.

-Los eurofans españoles apostaron por usted.

-Sí. No olvido los doce puntos de España. Sentí tanto el apoyo que los post que hacía los ponía en inglés, italiano y español. Por eso hicimos la versión en español con Maikel Delacalle. Le invité a cantar juntos esa versión de Soldi en el festival Arena di Verona.

-¿De dónde surge su amor por la música?

-En casa mi madre escuchaba a los grande cantautores italianos, Lucio Dalla, Paolo Conte… Mi padre me ponía cantantes egípcios y en mi adolescencia, como todos, escuché mucha música internacional, Stevie Wonder, la rapera Lauryn Hill, hip hop y R&B. La música siempre ha estado ahí.

-¿Qué opina del ‘talent show’?

-Si un joven participa en un concurso en tele pero ya compone sus letras y tiene claro hacia dónde quiere ir está muy bien, es un paso para darse a conocer, pero si lo hace solo por cantar puede convertirse en un arma de doble filo.

-¿Y su paso por Factor X?

-Corto y no muy satisfactorio. Fue en el 2012 y me eliminaron rápido. Eso me sirvió para estudiar piano, escribir canciones, ganar San Remo y fichar por Universal.