Está feliz como mago con varita nueva, ya que el programa que presenta y dirige, en parte, en TVE-1, 'Pura magia', acaba de estrenar su segunda temporada. Y le enorgullece especialmente que este año se hayan presentado al 'casting' ilusionistas muy potentes. Incluso aquellos que no lo hicieron en la primera edición por desconfianza hacia el producto. Lo que quiere decir que tan mal no lo han hecho. Encima, su popularidad se ha disparado: en el espectáculo '25 il.lusions', que resume su carrera, colgó el cartel de: «Agotado». Mag Lari (Barcelona, 1973) vive un momento muy mágico.

¿Tenía mono de 'Pura magia'?

Todo lo que sea hacer tele me encanta. Y, además, como soy presentador (toda la vida he sido colaborador de mil programas), llevar el espacio y tener una parte de dirección me gusta mucho.

Decía el año pasado que está bien conducir un buen coche de vez en cuando. ¿Sigue disfrutando pisando el acelerador?

(Ríe) Sí. Y de momento no me bajo. Ahora me tienen que echar.

Hágame balance de su primera experiencia en este 'talent'.

He aprendido mucho, porque siempre había hecho de colaborador, y eso de estar al frente de un programa tan grande, con tanta gente y dedicado solo a la magia es algo muy chulo. Y es que ponemos a la magia en su sitio: en el 'prime time', de vez en cuando. Y es que no digo que la magia esté siempre en la parrilla, pero en verano, que hay tanto niño y tanta familia viendo junta la tele, es una buena cosa...

El mago, rodeado del equipo del programa 'Pura magia' (TVE-1) / RTVE

¿Algún error que haya cometido y que corregirá?

En la primera temporada de 'Pura magia' se veía mucho contraste de mi papel con lo que es mi personaje de teatro. Se me veía demasiado comedido. Este año he intentado soltarme un poquito más. A ver, no dejas de ser un presentador, de manera que puedes hacer tus bromas, pero de una manera controlada. No obstante, lo que he aprendido del año pasado es que me puedo soltar algo más.

Como director no adoptó el papel de duro. ¿Seguirá haciendo de papá de los concursantes?

Para duro ya tenemos a Anthony Blake y a los profesores. Mi papel es acompañarles, cogerles de la mano y llevarles en una moto al concurso de manera que tengan a alguien con quien hablar. Pero una cosa es no ser demasiado duro y otra no ser estricto. He intentado que ambas cosas sean compatibles.

En el confesionario muestra su empatía hacia ellos.

Siempre me dicen que soy bueno, en el sentido de buena persona, pero también directo: les digo las cosas como son. A veces, la gala ha ido muy bien y están muy contentos. Se creen que van por el buen camino, pero yo les digo que van bien porque el resto ha ido mal. No me corto un pelo en decirles eso. Ni echarles un jarro de agua fría aunque el público y el jurado se hayan puesto en pie tras su actuación. Aunque siempre me acaban dando la razón, porque lo que les digo es sensato.

El año pasado había tanto 'colegueo' entre ellos que les costaba competir.

Eso me molestaba un poco. Esto es un concurso, con lo que les decía: ¿a qué jugáis? Una cosa es que seáis amigos y otra que no contempléis que vuestro mejor amigo es vuestro rival más importante. No lo entendía y aún ahora no lo entiendo. Este año no ha pasado y, sin que les tuviéramos que decir nada, ha salido de ellos que no hubiera tanto amiguismo. Hace mucho que cuando vengas a concursar ya hayas visto la temporada anterior. Es que, como los magos somos pocos y nos conocemos todos, pensaban que tenían que ser amigos de todos. Pero este año ya han venido más competitivos. Mucho más.

En los 'castings' se valora que los concursantes no estén muy condicionados por temporadas anteriores. ¿A veces es positivo?

Sí. Porque esta vez muchos venían con todos los números pensados para todas las galas; no les ha pillado por sorpresa prepararse nueve números fuertes. Ya se habían hecho la trayectoria y organizado qué número iría en cada gala. Y eso está muy bien.

¿Hay talento entre los concursantes también este año?

Sí, mucho. Estoy muy contento con el 'casting'. Ya cuando lo vi, me alegré, porque se presenta gente potente. Yo ya les conocía, pero no podía obligarles a que se presentasen. Por lo que cuando vi la lista, pensé: vamos bien.

¿Ha subido el nivel?

Es que incluso hay gente de este año que no se presentaron el anterior porque no conocían el formato y les daba miedo que influyera negativamente en sus carreras. Pero, cuando vieron la primera edición, decidieron presentarse y esto me da alegría. Y es que el mago es un personaje muy reacio a hacer tele, porque como no ocurre mucho eso de ver magia en prime time, le da miedo que se denigre la magia. No obstante, cuando se presenta tanta gente al casting es que no lo hemos hecho tan mal.

¿Sigue la varita como método de presión para los concursantes?

Sí, la varita la tienen igual, porque es un símbolo muy bonito. Nos planteamos mucho si dejarla o quitarla. Pero la dejamos, porque es algo básico, es el elemento distintivo de los magos. Aunque le hemos quitado aquella presión a lo que se hace con ella. Porque no me interesa centrar los pollos en si alguien pierde la varita. El año pasado hubo un chanchullo raro con una, y nunca supimos si alguien la había robado con mala intención o no. Este año se perdió, la encontramos, se devolvió y ya está.

¿Y también habrá esta vez ese punto de 'reality?

Inevitablemente hay 'reality', porque, como telespectador, acompañas a los concursantes a lo largo de las galas y les conoces. Y, como hay muchos nervios, petan por cualquier lado.

Eso les humaniza, porque los magos siempre acostumbraban a ser seres muy misteriosos...

A los magos nos pasa mucho eso de que si no se nos conoce, podemos quedar como bordes. Porque hacemos cosas que la gente no sabe hacer.

El mago, en su espectáculo '25 il·lusions'. / JOSEP GARCIA

Este año se ha ido Miguel Ángel Gea del jurado y ha entrado Nina. ¿Qué le parece esta incorporación?

El perfil de Nina lo veo muy bien, porque por primera vez veo un programa con paridad en el jurado. Y también hay paridad en el sentido de que hay dos magos y dos no magos. Porque es muy chungo tener de jurado un ilusionista, ya que no tienes nunca un plano de cara de sorpresa. El único que se sorprendía el año pasado era Poty; los demás ya sabían de qué iba... Esta vez tenemos otro muggle (como se conoce en Harry Potter a un no mago). Lo que pasa es que Nina es muy estricta, es profesional, y aunque hagas una cosa sorprendente, si a nivel artístico no se la has vendido bien, no va a poner esa cara de sorpresa. Pero eso a mí me gusta.

¿El mentalista Anthony Blake sigue siendo, entonces, el poli malo del jurado?

Es el más duro del jurado, incluso a mí me parece que es muy 'heavy' lo que dice. A mí me gusta Nina, porque pone una cara de decir: «No me ha gustado lo que has hecho. No me has emocionado, no me ha dicho nada tu número». Y eso está muy bien.

Pero no hará de Rottenmeier, sino de Nina, que no es poco...

Exactamente.

Hablaba de paridad en el jurado. Pero sigue habiendo de nuevo más concursantes masculinos en el programa.

Sí, claro. Pero este año ha habido más magas en el casting, y en el programa han pasado de ser dos magas en la primera edición a cuatro. Y muy contento.

¿Marín, el ganador de la primera edición del programa, era uno de sus favoritos?

Sí, porque era muy versátil y hacía cosas muy distintas. De hecho, lo que buscamos en 'Pura magia' es un perfil de este tipo: gente que puede hacer muchos números distintos de estilos diferentes y que son compatibles. Porque si alguien solo es capaz de hacer magia de cerca, no es un mago completo.

Si se pretende que la magia tenga un hueco en la tele, como ya pasa en países como EEUU y Gran Bretaña, la versatilidad es algo básico, ¿cierto?

Totalmente. Y hay que poder dar mucho en poco tiempo. Por lo que si no eres muy versátil, no eres capaz de hacerlo.

¿Eso es parte de lo que ha aprendido trabajando en la tele?

No solo lo he aprendido yo; también ellos. Porque llegan el primer día y te hacen un número de siete minutos. Y les digo que eso en la tele no existe. Entonces te lo justifican con que ese número en el teatro dura 15 minutos. Pero es que como te dure más de tres minutos, el telespectador no aguanta viendo lo mismo. Como tiene un mando en la mano, a los tres minutos y un segundo hace zapeo o, algo peor, mira el móvil...

Ese gran enemigo...

Sí, porque estamos compitiendo con el móvil. Es más atractivo que ver la tele y, además, hacen las dos cosas a la vez. Pero parece que al final lo han aprendido. Y este año se ve. Porque hemos jugado mucho con el tiempo. Les decimos: «Esta semana tenéis dos minutos y medio». «Esta otra, 2 y 15 segundos». Y les hemos puteado con el tiempo para que se den cuenta de que es muy importante en la tele.

Porque no hay que olvidar que el telespectador tiene otra varita mágica, que es el mando, que hace que un programa llegue a funcionar o no...

Claro, y el año pasado mirábamos el minuto a minuto. Y veíamos quién funcionaba y quién no entre los concursantes.

¿Ha notado una mayor afluencia de público a sus espectáculos tras pasar por 'Pura magia'?

Pues sí. Tras el programa, llevamos '25 il·lusions' al Teatre Condal y lo vendimos todo. No podía invitar a nadie, porque estaba todo vendido. Esto no me había ocurrido nunca. Hay gente que me conoce de toda la vida, porque llevo muchos años en esto, y quien no ha visto un espectáculo, ha visto otro. Pero me he abierto a un público mucho más amplio haciendo 'Pura magia'.

Aparte del éxito de taquilla, ¿está satisfecho de ese espectáculo? ¿Ha podido resumir bien en él los 25 años de carrera?

Me ha quedado muy bien sin quererlo. Porque me quiero mucho los espectáculos que hago cuando son nuevos; pongo toda la leña al fuego. Pero cuando haces un recopilatorio con grandes éxitos, claro, para ti son números ya sabidos. Y yo pensaba: ya verás, va a venir gente que habrá visto un número, otro, el otro, y no confiaba mucho, la verdad. Pero la sorpresa es que la gente me ha dicho que es el espectáculo que más les ha gustado. Y eso se nota en la taquilla. Aunque, en el fondo, como son los grandes éxitos, lo mejor de estos 25 años, es lógico que guste.

¿Y cómo le ha ido con la escuela de magia que abrió este otoño?

Hemos hecho el primer curso. Ya tenemos la primera promoción. Y estoy muy contento, porque es algo que no me sirve para forrarme, pero noto que mi manera de hacer magia ha hecho escuela. Y escribir todo lo que pienso y explicarlo y poderlo compartir..., eso me da mucha alegría. Lo que no ganas en dinero lo ganas en satisfacción.

Ya puede presumir de impartir cátedra, vamos...

-Eso solo te lo da la edad...

¿Algún proyecto más por ahí?

Volveremos con el espectáculo '25 il·lusions' al Teatre Condal, de Barcelona. Ahora estoy de bolos con 'Dolce vita'. Y, en febrero, vamos a Madrid y haremos temporada en el teatro La Latina. Espero que vaya bien, porque a Madrid no he ido nunca y es un misterio.

Allí, en lugar de meterse con los de Cerdanyola, como acostumbra a hacer en sus espectáculos, lo hará con los de Navalcarnero... O de Pinto... O de Valdemoro...

(Ríe) A alguien le va a tocar, sí.

Confiese: le haría feliz una tercera temporada de 'Pura magia'...

Yo me lo paso muy bien, la verdad, y si viene otra edición, bienvenida será. Pero la tele no se controla. Yo solo puedo controlar los teatros, porque ahí sí que sé qué voy a hacer el año que viene. Pero en la tele nunca se sabe qué harás. La tele es todo un misterio.