—De la Tierra a Marte ha logrado Un millón de reproduciones nada más salir. ¿Cómo recibe esa acogida?

—Estoy muy agradecido a la gente que ha comprado mi single y ha visto el vídeo. Pero lo importante es la continuidad, que las canciones duren. Los números no tienen sentimientos. Por eso puse a mi disco 1016: porque más allá de un número hay una historia, una persona y unas canciones.

—Hace no mucho estaba en la ESO y ahora la letra de una de sus canciones sirve para estudiar castellano.

—¡Sí! Las figuras retóricas y las metáforas. ¡Eso sí que me hace ilusión! Creo que, sobre todo, hay que hacer buenas canciones. Yo soy un tío muy romántico y me encanta cuidar las letras, porque mis mayores ídolos son Bob Dylan, Leonard Cohen y Nick Cave. Partiendo de esa base, intento cuidar, como puedo a mis 21 años, las letras y ser consciente de que hay que hacer buenas canciones. Porque pasarán las modas, pero las canciones perdurarán.

—¿Era bueno en lengua?

—Sí. En catalán y castellano, aunque me costaba la ortografía. Ahora la llevo mejor y mis fans me dan algún toque de atención. Mi tío David es poeta y le debo mucho.

—Un disco 100% Alfred: composición y producción. ¿Un lujo?

—Es un lujo hacer algo tan mío. Yo he tenido fe en lo que hago, pero también mi equipo y Universal Music, que me han dejado hacer lo que he querido. Cuando les explicas que tu casa no tiene techo, tus canciones no tienen duración y vives libre como la música, los que te entienden apuestan por ti.

—En el vídeo aparece de astronauta. ¿Se siente como tal?

—Totalmente. Soy una persona a la que le gusta cambiar. Con cada persona aprendo, cada decepción, cada batalla ganada me aporta cosas nuevas. Y me siento como un astronauta, porque estoy preparado para cada misión nueva que salga.

—Y si la misión es un éxito, ¿cómo baja el astronauta de las nubes? ¿Con las causas sociales?

—Sí. Y las seguiré apoyando. Pero lo que me hace tener los pies en la tierra son mi familia y esos amigos que me apoyaron cuando nadie venía a mis conciertos. Y toda la gente que vaya viniendo se puede sumar. Alfred es el que era antes, y el nuevo es una versión 2.0, mejor, pero nunca hay que perder los orígenes.

—En su disco colaboran Paula Jornet, Love of lesbian, Carlos Sadness y... una persona que estaba en OT.

—¡Amaia! ¡Mi querida Amaia! Tenía que estar. Et vull veure era la canción que le compuse para su cumpleaños y qué otra forma más bonita de decir que nos queremos que hacerla dúo. Como pasa con los los demás, que los conozco hace poco y los quiero muchísimo. Son maneras de celebrar el amor entre nosotros y por la música. Lo nuestro es algo que no se va a romper, porque esa historia es tan bonita, que llevaré siempre dentro. Los buenos recuerdos nunca se pierden.

—Le afearon que no la nombrara en su visita a OT, que dijera: «una persona que estaba en OT».

—¡Sí que hablé de ella! Y la nombré, aunque en otro momento. Pero me da igual lo que digan.

—El inicio y el fin de esa relación fue retransmitido. ¿Se sintió como en el ‘El show de Truman’?

—He estado tan ocupado con el disco que no me ha dado tiempo a sentir nada. Quien quiera hacer las fotos, que las haga y allá su conciencia de sacar tajada de una relación.

—¿Se sintió muy observado?

—Bueno, es una relación pública...

—¿Sintió nervios en su visita a OT?

—No. Si parecía un padre: «Niños, no hagáis esto». Les di unos consejos. Aunque yo soy como soy y voy a lo mío. Si los quieren coger, bien.

—Pero sí estaba emocionado...

—Hombre, y tanto. Me vestí de lentejuelas para algo. Fue como volver a casa después de un Erasmus y decir: «¡Guau! Soy yo 2.0, renovado y presentando mi disco. ¡Toma ya!».

—¿No reniega nunca de OT?

—¡Qué va! Además, me siento superagradecido. Fui allí para dar a conocer mi música. Y allí han pasado cosas que no me hubiese imaginado nunca. Gracias al universo por haberme dado esta oportunidad.