Lleva casi tres décadas aireando las vergüenzas de Estados Unidos: los estragos causados por la globalización, en 'Roger y yo' (1989); el derramamiento de sangre que podría evitarse mediante el control del uso de armas, en 'Bowling for Columbine'(2002); los vínculos entre las familias Bush y Bin Laden, en 'Fahrenheit 9/11' (2004); el desamparo sanitario, en 'Sicko'(2007), y la miseria económica, en 'Capitalismo: una historia de amor' (2009). El afán combativo le ha pasado factura: desde que criticó la invasión de Irak durante la ceremonia de los Oscar del 2003 ha sido blanco de intentos de agresión y amenazas de muerte. Palabras como “si no te gusta América, lárgate” han sido arrojadas contra él muchas veces. Y eso es precisamente lo que Moore ha hecho ahora. En su nueva película, ¿Qué invadimos ahora?, se va de excursión jovial por tres continentes para robar algunas de las buenas ideas que funcionan en otros países y trasladarlas a Estados Unidos. Mientras descubre almuerzos escolares de calidad en Francia, drogas despenalizadas en Portugal, paridad de género en Islandia, universidades gratuitas en Eslovenia y vacaciones pagadas de entre cinco y ocho semanas en Italia, el documentalista más famoso de todos los tiempos trata de demostrar el grado de humanidad alcanzado por la sociedad americana.

En ‘¿Qué invadimos ahora?’ usted muestra una actitud más optimista y menos furiosa. ¿Es un mecanismo de defensa o realmente se ha ablandado?

Es mejor reír que llorar, ¿no? Pero cuando los americanos ven la película, muchos sí que lloran. Se preguntan: ‘¿Por qué no tenemos nosotros esas prestaciones sociales?’. No las tenemos porque somos un país avaricioso y racista, que destina sus recursos a las guerras. En todo caso, he encontrado una forma más relajada de lidiar con la rabia. Tengo 62 años. Mi padre murió hace poco, y eso me afectó enormemente: comprendí que debía disfrutar de la vida porque a él no le gustaría verme amargado.

Entonces ¿por qué sigue centrándose más en los problemas de su país que en las soluciones? Si usted tuviera cáncer, ¿no querría que el doctor se lo hiciera saber aunque no pudiera curarle?

Yo creo que la gente es buena y tiene conciencia, el único problema es que la mayoría de ellos tienen miedo o son ignorantes. Y cuando eso se solucione, en cuanto acabemos con el miedo y la estupidez, las cosas irán mejor. Nunca he sido un cínico, porque el cinismo es muy narcisista. Hice 'Fahrenheit 9/11' con la esperanza de echar a Bush de la Casa Blanca; e hice 'Bowling for Columbine' para contribuir a reducir la venta de armas. Creo sinceramente que el cambio es posible.

Pero el problema con las armas sigue agravándose, y la política exterior estadounidense sigue siendo abusiva. Las cosas no cambian.

A veces me siento frustrado, pero discrepo. Parte del cambio de Estados Unidos es mérito mío. He contribuido a que hoy tengamos un presidente negro, y a que tengamos alguna forma, aunque embrionaria, de sistema sanitario universal. Hoy la mayoría de los americanos son de izquierdas, y uno de los candidatos demócratas a la Casa Blanca, Bernie Sanders, es un socialista declarado y ha hecho una campaña estupenda.

Inestabilidad financiera, miedo al terrorismo, ascenso de la extrema derecha, resurgir de fronteras internas… ¿Es consciente de que su película alaba a Europa precisamente cuando el continente atraviesa su crisis más grave en 70 años?

Si usted decide hacer una película sobre el éxito económico de Apple, ¿verdad que no tendría sentido reprocharle que no hablara de los casos de violencia de género en Estados Unidos? Son cosas distintas. Además, Europa siempre ha estado en crisis. Pero la mayoría de los europeos entienden que nadie debería ser desahuciado por no poder pagar las facturas médicas; que la educación debería ser asequible o gratuita; que si cometes un delito el sistema debería rehabilitarte, no torturarte; y que si una mujer tiene un bebé no debería verse oblgada a volver a trabajar la semana siguiente. Y en cuanto al problema de los refugiados, en realidad fue Estados Unidos quien lo creó. Nosotros asaltamos Oriente Próximo y destruimos sus infraestructuras políticas, sociales y religiosas. Y ahora Europa está limpiando la porquería.

Durante toda su carrera, usted ha atacado a las grandes instituciones desde la posición del indefenso hombre corriente. Sin embargo, hoy usted es un hombre poderoso. ¿Eso no encarna un conflicto?

¿Por qué? ¿Porque ya no estoy cobrando el paro, como era el caso cuando rodé 'Roger y yo'? ¿Porque tengo un apartamento en Manhattan y millones de seguidores? No he cambiado en nada. Sigo siendo un trabajador sindicalista. Y quienes me critican no son los trabajadores, sino la clase pudiente.

En un momento de su carrera, esas críticas se convirtieron en amenazas de muerte. ¿Pensó en tirar la toalla?

No solo me amenazaron, intentaron matarme. Un loco trató de hacer explotar mi vivienda con una bomba casera. Durante años no pude dormir solo en mi casa. Mi mujer me pidió que dejara de hacer películas y de ponernos en peligro, y así lo hice durante un par de años, pero sentí que no podía doblegarme. Al final, ella no quiso seguir viviendo esta vida, y lo entiendo. He renunciado a ella y a muchas otras cosas para hacer lo que hago. Pero alguien tiene que hacerlo.

¿Tiene miedo?

No. Que me maten mañana, si quieren. He vivido una vida buena y he marcado la diferencia. Tengo la conciencia tranquila. Además, como digo, las cosas han cambiado: hoy la mayoría de americanos defienden las mismas cosas que yo. Y si los republicanos se tomaran la molestia de ver mis películas, descubrirían que amo a mi país, y que lo que les han dicho sobre mí

es en gran parte mentira.

No se refiere a Donald Trump, ¿verdad?

Estoy seguro de que Donald Trump no se cree ni la mitad de lo que va diciendo. Pero sabe muy bien qué tiene que decir para enardecer a las masas. Estoy seguro de que en cuanto consiga la nominación, irá corrigiendo su discurso. En todo caso, es un bufón. Confieso que me divertía, pero cuando habló del veto a los musulmanes, dejó de hacerme gracia.

¿Tiene posibilidades reales de llegar a la Casa Blanca?

El sentido común dice que no. El 80% de los estadounidenses son mujeres, o gente de color o menores de 35 años, y Trump se ha pasado la campaña ofendiéndoles a todos. El único riesgo es que los votantes demócratas se queden en casa y no vayan a votar. Las convicciones republicanas son mucho más férreas que las demócratas: los votantes republicanos se levantan a las seis de la mañana para ir a votar y, en cambio, un votante demócrata no está despierto a esa hora a menos que se haya pasado la noche de bares. Sea como sea, creo que Hilary Clinton será la nueva presidenta. Es más de derechas que Obama, y me temo que volverá a abocar al país a la guerra. En todo caso, mejor ella que Trump.

¿Qué es para usted el sueño americano?

Una mentira. O, peor aún, es la verdad. Porque la idea de América que representa no es real sino simplemente un sueño, y ese sueño es más bien una pesadilla para toda esa gente que lucha a diario para pagar la siguiente factura. Al ciudadano medio se le convenció de que si trabajaba duro y hacía prosperar a su empresa, él prosperaría, y eso es una canallada absoluta. Actualmente, si tu empresa prospera lo más probable es que te despidan. Y entonces otra persona hará el doble del trabajo por la mitad de salario. En todo caso, ¿existe aún alguien que se crea tamaña falacia?