La final de cualquier competición que se precie debe distinguirse por llevar la emoción y los nervios hasta un punto de cocción que no alcanzaron las pruebas anteriores. Es el combate definitivo, la gran pelea, el no va más. La contienda se acaba y la final debe ser el acabose. La de 'Masterchef Celebrity', emitida el martes por la noche en La 1, tuvo momentos de excitación y ansiedad capaces de quitar el sueño al más dormido, y eso que el programa acabó a las dos de la madrugada. Había expectación por conocer el nombre del ganador, que acabo siendo el actor Miguel Ángel Muñoz, pero a mitad de la emisión la inquietud se concentraba en averiguar si en algún momento le daba un patatús a alguno de los concursantes.

Al escuchar su nombre, Muñoz no se lo podía creer, como él mismo reconoció en su cuenta en Twitter, donde ha tenido palabras de agradecimiento para Cayetana Guillén Cuervo.

El vértigo de la final lo ha puesto, de entrada, la dificultad de las pruebas culinarias. Poca broma: había que cocinar en tiempo récord sofisticadas recetas de los chef Ramón Freixa y Joaquín Felipe. Pero, además, los cuatro finalistas -Loles León, Fernando Tejero, Cayetana Guillén Cuervo y el triunfador de la noche, Miguel Ángel Muñoz- afrontaban los retos como si la vida les fuera en el intento. Carreras entre los fogones, atropellos con las viandas, guisos traspapelados, tajos en los dedos… Por momentos, la preparación de los platos parecía el desembarco de Normandía en el prólogo de ‘Salvar al soldado Ryan’.

A inflamar la sensación de desasosiego ayudaba la música de fondo, épica como en una película de gladiadores, y la voz en off que narraba las idas y venidas de los concursantes por la cocina como si contara la caída de Constantinopla. Gloria Serra relatando la captura de una banda de atracadores bielorrusos le habría puesto menos dramatismo. Aunque más que por tensión, la narradora acababa agotando por su cansina insistencia en explicar hasta el lance más insignificante. "Ahora Loles bate un huevo; ahora a Cayetana se le cae una gamba; ahí viene Tejero con su sopa…". Podías seguir el programa con la pantalla apagada, valiéndote únicamente del audio, y no perdías detalle.

METIDOS EN SUS PAPELES

Darle realismo a un concurso enlatado no es tarea sencilla. Si te pasas con el aliño de la edición puede quedar forzado; si te quedas corto, te arriesgas a resultar plano. MasterChef Celebrity ha tirado con generosidad de reboces televisivos varios en sus seis emisiones, y el martes, que era la final, tocaba redoblar la apuesta. Innecesariamente, pues los cuatro finalistas, todos actores, estuvieron metidos en sus papeles hasta el último minuto.

Sobre todo Fernando Tejero, que se gusta en el perfil de concursante celoso rencoroso, y Loles León, que ha vivido su paso por el programa como si estuviera en una excursión con amigas. Todo eran sorpresas descacharrantes para ella, cualquier excusa era buena para colar un remate hilarante. “Te ha quedado demasiado salada”, le decía Jordi Cruz tras probar su salsa. “Yo es que soy muy sabrosona”, respondía con reflejos la actriz catalana. Hasta Ramón Freixa cayó rendido a su tono y buen humor: “Tu plato no sé, pero yo me lo he pasado muy bien viéndote”, le soltó el dos estrellas Michelín.

EMOCIÓN CON LA TATA

Los nervios de la primera parte del programa dieron paso a la emotividad en los minutos finales. La última prueba enfrentó a Guillén Cuervo y Muñoz, y para añadirle sentimiento a la liza, lo hicieron en presencia de sus familias. Vellos a flor de piel en los concursantes y lágrimas en los ojos de Miguel Ángel al encontrarse en el plató con su anciana tata, que acabó erigiéndose en una de las figuras más comentadas en las redes sociales mientras el actor se hacía con triunfo.

El resultado lo venían cantando las apuestas desde antes de que empezara la final, pero la maestría demostrada por Cayetana en sus últimos platos, propios de la más alta cocina, hizo titubear a la balanza. En su debut, MasterChef Celebrity tuvo más de reunión graciosa de famosos que de espacio de cocina. Su despedida, en cambio, fue una exhibición del arte de los fogones. Y con más mérito: ejecutado entre carreras y nervios.