Mohamed VI y su heredero, Hassan, crecen. El rey de Marruecos, por la proyección que está adquiriendo su figura en el continente africano tras la celebración de la Cumbre del Clima en Marraquesh. El príncipe, por la estatura (física) con la que sorprende para los escasos 13 años que tiene.

Marruecos puede presumir por la organización de la cumbre climática, a pesar de la tibieza de los acuerdos alcanzados bajo el 'efecto Trump'. En Uarzazate, al sur del país, el rey inauguró el pasado marzo la que aseguran es la planta termosolar más grande en el mundo, con una potencia inicial de 160 megavatios.

«Una clara apuesta por las energías renovables para reducir la dependencia energética del exterior» que les situará en la carrera hacia un planeta más limpio.

ESTRELLA CON BAN KI-MONN

Mohammed VI se convirtió en la principal estrella de esta cumbre en la que participaron más de 70 jefes de Estado y de Gobierno. Durante algo más de una hora, se vio a un monarca posando de pie sobre una alfombra roja que compartió con el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon. Atrás había quedado la crisis surgida tras una visita del de la ONU a un campamento de refugiados saharauis en Argelia.

El encuentro, al menos de cara a los observadores, fue perfecto, nada ruidoso. Se respiró un ambiente de buen entendimiento y aparente reconciliación. Quizá propiciado por la diplomacia angustiada la mala salud del planeta: Marruecos se compromete con la ONU a eliminar combustibles fósiles.

El acta notarial del buen rollo es la foto de familia que se hicieron los representantes de los 70 países reunidos en la ciudad del Atlas. Un instante inmortalizado por las cámaras como muestra de la lucha contra una “amenaza imparable”, afirmó Ban Ki-moon.

ESAS GAFAS OSCURAS

La figura de Mohamed llamaba la atención embutida en un traje y encorbotado, relajado y sonriente. Sin embargo, sus ojos no dijeron nada. Los ocultaba con las sofisticadas gafas oscuras de las que nunca se desprende en público, excepto para los discursos oficiales.

Los expertos en la casa real de Marruecos explican que el monarca apuesta por África, frente a la acción de su progenitor, Hassan II, más inclinado hacia Oriente Medio. Mohamed organiza giras por los países africanos abriendo las puertas a sus empresarios y, además, granjearse nuevos apoyos en favor de lo que el país magrebí llama la “marroquinidad del Sáhara”.

Hay cortesanos que se refieren a él como rey de los africanos. Mohamed no abandona ningún país sin antes repartir miles de libros sagrados con el propósito de enseñar que el islam oficial de su país, el suní, debe impregnar las sociedades africanas musulmanas frente a las corrientes radicales. Un soberano moderno, con un estilo de vida occidental, que contiene la amenaza yhadista en sus fronteras.

Un rey árabe a la europea. Su mujer no lleva el velo islámico, tampoco sus hermanas. En el último año, las redes sociales sirvieron más de una imagen de Mohamed en visitas internacionales vestido de manera campechana y mostrándose muy cautivador hacia su “pueblo” emigrado. Encarna una monarquía de corte liberal frente a un gobierno de tendencia islamista—el partido islamista Justicia y Desarrollo venció en las últimas elecciones legislativas—.

La nota de color en la cumbre de Marraquesh la puso Hassan, el heredero. En cada aparición pública gana un centímetro de altura. Con solo 13 años preside actos y encuentros internacionales y desde hace dos años despacha con reyes, jefes de Estado o presidentes de Gobierno.

Se le prepara como futuro heredero de un trono que se asienta en la estabilidad.