«La mujer más fuerte que el miedo», la llamó el diario La Tercera. La chilena Norma Monserrat Bustamante Laferte conoció en su infancia y juventud la zozobra, la privación y la falta de horizonte. Un día ganó un concurso televisivo de canto. Luego partió a México. El mercado discográfico la vio renacer como Mon Laferte. Devino celebridad al compás del pop, el bolero, la cumbia y el rock. Ha vendido millones de copias digitales. Ha recorrido el mundo y se ha codeado con luminarias internacionales. El vídeo de Tu falta de querer lleva en Youtube 240 millones de visitas. Mon llegó muy lejos pero un malestar anidaba en ella. «Por eso te hago esta canción de mierda / Con la más simple armonía / Voy a clavarte esta melodía», cantó en clave feminista.

Mon nació en 1983, año que recomenzaron las protestas contra la dictadura de Augusto Pinochet. Ella creció en medio de los estremecimientos sociales que desembocaron en la salida pactada del régimen militar. Sus años transcurrieron bajo el credo neoliberal. Pudo haber sido como muchas chicas de Viña del Mar, su ciudad natal, que archivaron sus sueños muy pronto. De pronto, Chile se convirtió en un volcán el pasado otoño. El estallido social la halló lejos y también cerca. Y ahí quizá Laferte se encontró a sí misma. «La gente salió a manifestarse y el Estado está reprimiendo al pueblo de una manera brutal, disparando y sacando al Ejército a la calle», escribió ese 18 de octubre.

La estrella se transformó en activista. El 5 de noviembre el mundo la vio asomarse a los premios Grammy con el pecho semidesnudo. «En Chile torturan, violan y matan», escribió sobre su cuerpo. Unas palabras directas sobre la respuesta policial a la ola de protestas contra la desigualdad social en Chile. La inocencia se había difuminado por completo de su rostro. Fue así que la chica que cantaba «quiero ver tu perversión / hasta dónde llegas, hasta dónde me has llevado» en Amárrame, se mostró de repente empática con el colectivo Las Tesis, que grabó Un violador en tu camino y dio la vuelta al mundo con esa acción con-

tra el machismo. Su respuesta musical a los cacerolazos y las marchas, los gases lacrimógenos y disparos policiales que dejaron 300 personas con traumas oculares y algunas cegueras fue la canción Plata Ta Tá. El vídeo se estrenó el 5 de diciembre y las redes explotaron. «Esta generación tiene la revolución / Con el celular tiene más poder que Donald Trump», cantó.

Laferte denunció a la policía militar como responsable de la violencia y los incendios a muchos supermercados. Las fuerzas de seguridad intentaron llevarla a juicio. La semana pasada se presentó por segunda vez en el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar. «Es tan difícil quedarse callado cuando uno lo vivió en carne propia. No todo el mundo sabe lo que es cagarse de hambre de verdad, y sé que yo ahora tengo privilegios», dijo. «Todo el mundo me decía que tenía que cancelar, que no se podía hacer una fiesta en medio de todas las injusticias sociales», le contó al público fiel. «Me querían citar a declarar por un delito. ¿Puede ser un delito expresar una opinión?», se preguntó. «¡No estás sola!», le dijeron.

Jorge Coulón, fundador de Inti Illimani, histórico grupo de folclore en el exilio tras el golpe de 1973, le escribió un poema. «Tenemos nuestro gorrión / la Piaf de Gómez Carreño / la que no nos vende sueños / ni trafica la emoción / Ella esgrime la canción / porque sabe que la suerte / te da vida o te da muerte / pero no regala nada / tu batalla está ganada / eres nuestra Mon Laferte». Ha cobrado nuevas alas. El vuelo sigue.