De Meghan Markle por lo visto interesa todo, desde la forma de su nariz (que muchas quieren imitar recurriendo a la cirujía estética) hasta la ropa y los complementos que usa. El viernes pasado se anunció la fecha de su boda con el príncipe Enrique, el sábado 19 de mayo en la capilla de San Jorge del palacio de Windsor, al oeste de Londres. Y justo un mes antes del enlace, el 19 de abril, llegará a las librerías, con el título Meghan: A Hollywood princess, una «biografía en profundidad» sobre su vida que prepara nada menos que Andrew Morton, el autor de Princess Diana: In her own word, la exitosa biografía de Diana de Gales.

Para ir abriendo boca, el propio Morton destacó el «gran carisma» de la actriz estadounidense, de 36 años, y augura que será «toda una estrella de la realeza que tendrá un tremendo impacto en la familia real y el resto del mundo».

A todo ello hay que sumar que la propia Meghan ha puesto en venta la casa donde ha vivido en Toronto hasta ahora. Hace diez años, con motivo de su fichaje por la serie de televisión Suits, que se rueda en esta ciudad canadiense y que ya no cuenta con ella, la futura duquesa de Sussex pagó por ella cerca de 340.000 euros, pero ahora su precio ha subido hasta los 907.000 euros.

Pero mientras todo eso llega, según el diario The Times, esta semana se va a romper una norma no escrita en el encorsetado protocolo de la familia real británica. La reina ha invitado a la prometida de su nieto Enrique a pasar la Navidad en Sandringham, algo que hasta ahora era impensable para aquellos que no habían pasado antes por el altar. Kate Middleton, por ejemplo, tuvo que esperar hasta contraer matrimonio con el príncipe Guillermo para acudir a esta cita, y eso que ellos fueron novios durante ocho años.

UNA EXCEPCIÓN / Según cuenta el diario británico, Enrique le ha pedido a su abuela que este año haga una excepción con Meghan y ha accedido. Sandringham es el lugar elegido por la reina para pasar la Navidad. Tradicionalmente se traslada allí desde el palacio de Buckingham dos días antes de Nochebuena y se queda hasta el final de la primera semana de febrero. Con esta invitación, Meghan podrá asistir, por ejemplo, a la retransmisión del tradicional discurso de Navidad de la reina y a la misa en la parroquia de Sandringham, la única aparición pública de la familia real durante las fiestas.

Será la primera vez que la actriz de la serie televisiva Suits aparezca como nuevo miembro de los Windsor. La joven también participará en el intercambio de regalos que por deseo de Isabel II carecen de valor y suelen ser más de tipo humorístico.

La reina dio en octubre el visto bueno a la relación de Enrique con Meghan y a primeros de noviembre la pareja se comprometió, aunque el anuncio oficial tardó aún unos días en producirse. El posado fue el pasado 27 de noviembre en el Jardín Blanco dedicado a Diana de Gales, situado en el palacio londinense de Kensington. Un homenaje sin duda del príncipe hacia su madre, fallecida en París hace 20 años.

Ese mismo día, la pareja concedió una edulcorada entrevista exclusiva a la BBC, donde el príncipe reconoció que se enamoraron «increíblemente rápido» y que parecía que «las estrellas estaban alineadas». Según explicaron en la cadena de televisión pública, se conocieron en una cita a ciegas organizada por un amigo común en Londres. «En cuanto la vi supe que era la única mujer de mi vida», dijo el príncipe.