El pasado agosto, la empresa de Robert de Niro llevó ante la justicia a una empleada por cargar cientos de miles de dólares de estancias en hoteles y restaurantes en una tarjeta de crédito de la compañía, y consumir «cantidades astronómicas de tiempo» viendo programas de Netflix como Friends en horario laboral. Ahora es dicha trabajadora, Graham Chase Robinson, quien ha denunciado al actor y empresario por, supuestamente, haberla sometido a «contactos físicos no deseados», dedicarle repetidos comentarios ofensivos y obligarla a que se hiciera cargo de tareas domésticas que no se le requería a empleados masculinos.

Si De Niro pedía en su querella seis millones, Robinson dobla la cifra y reclama 12 millones de dólares (unos 11 millones de euros) por salarios perdidos y por daños, y acompaña la demanda de un furioso mensaje de voz que De Niro dejó en su teléfono en una ocasión.