En una concurrida playa de la localidad Ubatuba, cerca de Sao Paulo (Brasil) una turista se encontró con un niño vagando solo y perdido por la arena. No tenía ni idea de dónde estaban sus padres. De pronto, la mujer observó cómo las demás personas que se encontraban alrededor del niño comenzaron a aplaudir con ritmo, mientras un hombre sostenía al pequeño en brazos, como exhibiéndolo.

Confundida, la mujer no supo lo que estaba pasando hasta que logró escuchar corear su nombre: "¡Pedrinho!" entre los cánticos. Entonces se dio cuenta. El pequeño se había alejado de su familia y se había perdido. Fue entonces cuando se puso en marcha una acción colaborativa de toda la playa para dar con sus padres.

El pequeño se había alejado de su familia y se había perdido. Fue entonces cuando se puso en marcha una acción colaborativa de toda la playa para dar con sus padres.

Los desconocidos aplaudieron durante diez minutos hasta que vieron que un grupo de personas corría hacia ellos desde la otra punta de la playa. Era la familia del niño perdido que, guiados por las palmas y los cánticos, se pudo reunir con su hijo.

La brillante táctica surtió efecto y demostró que para estas situaciones todos podemos implicarnos sin mucho esfuerzo para ayudar a otros.