No siempre todo ha sido fácil, divertido y glamuroso en la vida de Paris Hilton, que ya no es ninguna jovencita y tiene 39 años. Así lo ha confesado durante la grabación del documental This is Paris , que se estrena el 14 de septiembre, en la que la rica heredera promete contar su «propia historia» y en la que se incluye un episodio de maltrato verbal y psicológico cuando estuvo en un internado siendo adolescente.

«Nunca me he abierto tanto sobre mi vida, pero finalmente estoy lista para compartir mi verdad», aseguraba en un avance del biopic que ha compartido con sus 12,5 millones de seguidores en Instagram. Siempre jovial y divertida en sus apariciones públicas, con sus chihuahuas, sus modelitos imposibles y sus extravagancias varias, la modelo y empresaria asegura que estaba interpretando el guion que se escribió para sí misma.

«Aunque en esas ocasiones estaba interpretando un papel y el mundo entero cree que me conoce, a veces ni yo misma sé quién soy. Siempre estoy mostrando esa fachada de estar feliz o tener una vida perfecta. Estoy tan acostumbrada a que me guste interpretar el personaje de Paris Hilton, que al final me resulta difícil ser normal», reconoce.

La mujer, que se convirtió en una celebridad mundial por el simple hecho de ser una rica heredera caprichosa que iba de fiesta en fiesta, también confiesa un trauma infantil que le ha marcado de por vida. «Algo pasó en mi infancia que nunca se lo he contado a nadie. Todavía tengo pesadillas. Dicen que la mente puede olvidar los traumas, pero el cuerpo no. Se queda atrapado en ti». Paris confiesa que nunca pudo hablarlo con su familia porque «cada vez que lo intentaba, me castigaban», mientras su madre, que también participa en el documental, rompe a llorar a su lado.

Paris ha explicado algo más sobre ese trauma a la revista People y ha dado detalles de los abusos que sufrió durante su adolescencia en uno de los internados a los que asistió. «Me escapaba para ir a fiestas y a discotecas. Mis padres eran tan estrictos que provocaban que quisiera rebelarme. Me castigaban quitándome el teléfono móvil, la tarjeta de crédito, pero nada funcionaba». Así que decidieron mandarla a la Provo Canyon School en Utah. «Cuando llegué sabía que iba a ser peor que cualquiera de los otros colegios en los que había estado. Desde el momento en que me despertaba hasta que me iba a dormir, tenía gente gritándome en la cara. Era una tortura continua. La gente que trabajaba allí nos decía cosas terribles. Constantemente te hacían sentir mal sobre ti misma, te hacían bullying », asegura.

«Creo que su meta era quebrarnos. También eran físicamente abusivos, nos pegaban y nos estrangulaban. Querían que reinara el miedo entre los chicos». En el documental, tres de sus excompañeros respaldan las palabras de Paris, incluyendo relatos sobre cómo los castigaban duramente llegando a aislarlos en confinamiento solitario si se rebelaban. H