Paul Auster (Newwark, EEUU, 1947) tiene dos fechas marcadas a fuego. En la primera tenía 14 años, estaba en un campamento de verano con otros chavales y se produjo una tormenta descomunal. Un rayo mató a un chico. Pudo ser él, pero no. Fue otro. ¿El azar? ¿El destino? El autor huye de esas etiquetas y prefiere llamarlo “lo inesperado”. El otro momento clave e inesperado de su biografía ocurrió hace 36 años, cuando -por absoluta casualidad- conoció en una jornada literaria a la mujer de su vida, la también escritora Siri Hustvedt. Las cosas inesperadas que nos pasan (y que nos construyen como personas) son, precisamente, la base de '4321' (Seix Barral), una oda a la juventud, un tratado sobre la paternidad y un repaso a la segunda mitad del siglo XX en EEUU; una exigente y monumental novela de casi mil páginas que Auster ha tardado siete años en escribir. Cuando tecleó el último párrafo en su máquina (no usa ordenador) casi se desploma de cansancio. Lleva desde principios de agosto recorriendo Europa para promocionar el libro y solo tiene ganas de regresar a casa, a Nueva York, para cerrar la puerta de su despacho y hacer lo que más le gusta: escribir, contar historias.

Hace tres años que el novelista, poeta, ensayista, traductor, dramaturgo y cineasta ha dejado de fumar. No parece que la ausencia de nicotina le haya agriado el carácter. Auster escucha con paciencia todas las preguntas de la prensa en Madrid y las contesta con interés. Incluso las que son repetidas. O las que hacen mención a ese premio Nobel que nunca llega. “Me dedico a mi trabajo, escribir, y no pienso en ese tipo de cosas”, zanja. También le echa humor. Como cuando presume de su hija Sophie, que también ha salido artista (cantante y actriz).

DEFENSA DEL PERIODISMO

Auster, eso sí, se pone muy serio al reflexionar sobre Donad Trump, un “psicópata” al que jamás recomendaría un libro. La razón: el presidente no lee, solo ojea los resúmenes de una página que le escriben sus colaboradores. “He leído todo lo que se ha escrito de las elecciones, pero sigo sin entender por qué 60 millones de personas le votaron. No entiendo que más de la mitad de las mujeres estadounidenses le apoyaran en las urnas. Cuánto odio hay en Estados Unidos. Cuánta misoginia. [Hillary] Clinton perdió por ser mujer. Rezo para que Trump no tenga un segundo mandato porque dudo de que el mundo siga en pie si lo tiene”. Como ciudadano de a pie, Auster solo tiene una alternativa: estar informado. En momentos en los que el periodismo es cuestionado y los mandatarios se burlan de él, Auster pide a los periodistas que hagan su trabajo; que estén atentos a lo que pasa e informen a la sociedad.

'4321' es ficción. Es la historia de Archie Ferguson, que nace el mismo año que Auster (“Archie no soy yo, que conste”, avisa el escritor) y que viene de una familia que, nada más comenzar el siglo XX, emigró con una mano delante y otra detrás al país de las oportunidades: EEUU. En realidad, '4321' es la historia de cuatro chavales llamados Archie. El azar -mejor dicho, lo inesperado- hace que la vida del protagonista cambie de manera radical. A modo de puzle, la novela construye esas cuatro posibles vidas. En todas ellas, Archie se va construyendo como niño, adolescente y joven. Se relaciona con sus padres, amigos y familiares. Estudia, se enamora, sufre, disfruta, vive, lee libros, ve películas, escucha música y es testigo de la historia. Se hace persona. Es una novela, dice Auster, “demasiado compleja” para ser llevada al cine. Si acaso, '4321' -que abarca los años 40, 50 y 60- “da para una serie de televisión de 28 capítulos”, añade el autor de 'Smoke', que considera “acabada” su carrera de cineasta.

LA INMIGRACIÓN

Volviendo al principio, a la primera página de '4321', la inmigración es un tema fundamental. Consciente de que se trata de una de las bestias negras de la administración Trump, Auster recuerda que “todo el mundo es inmigrante en EEUU excepto los indios, que fueron asesinados por los colonos blancos”. América, recuerda, es un gran país que fue inventado, construido. “Un país que permitió la llegada de cualquier, blanco, amarillo o negro. La llegada de gente nos convirtió en un país más rico y más fuerte. Un experimento único. Un país que se fundó sobre dos crímenes: el genocidio indio y la esclavitud. Quizá lo que nos pasa es que nunca nos hemos hecho las preguntas adecuadas”, concluye. Venerado en Europa, el autor de 'Ciudad de cristal' reconoce que el viejo continente también adolece ahora de los mismos problemas que EEUU: populismo y trabas a la inmigración. Le tiene fascinando el presidente de Finlandia (país que ha incluido en su gira europea), voraz lector de novelas con el que tuvo un encuentro abierto al público ¡en una librería!

UN CONTADOR DE HISTORIAS

Premio Príncipe de Asturias en 2006 y comandante de la Orden de las Artes y las Letras de Francia, Auster tira de humildad para recordar que él no es ningún filósofo sino “solo un tipo que cuenta historias”. Viéndole (y escuchándole) es difícil de creer que, en sus años mozos, recibiera 17 respuestas negativas para publicar su primera novela. Lo que extraña menos al ver sus manos (grandes y fuertes) es que pasara casi medio año embarcado en un petrolero recogiendo fuel. Tenía 23 años y ni un dólar en el bolsillo. Ahora tiene 70 y es un intelectual fundamental para comprender a EEUU (y, por lo tanto, el mundo). Y, por cierto, lo de las manos fuertes él no lo achaca al petrolero sino a teclear tanto y tan fuerte su máquina. Porque eso es lo que hace un tipo que cuenta historias.