Es actor, cómico, poeta y licenciado en Filosofía, pero si se le pregunta a Pepe Viyuela (Logroño, 1963) cómo se definiría profesionalmente, él responde sin titubear: "payaso". La televisión y el cine han sabido sacarle partido a su vena cómica con personajes como el torpe Filemón, el reivindicativo tendero de 'Aída' y, ahora, el intuitivoguardia civil de 'Olmos y Robles'.

¿Usted sería tan intuitivo como su personaje, Olmos, o más cerebral como Robles? Aunque muchas veces la parte que corresponde al intelecto, a la razón, los argumentos bien elaborados me pueden, siento que las cosas que me mueven tienen más que ver no sé si con la intuición, pero sí con la emoción. Algo que me emociona, enseguida me gana. ¡Por eso me doy cada tortazo que para qué! Pero no me arrepiento.

'Olmos y Robles' habrá sido una serie especial. Ruedan en su tierra natal, en La Rioja. Ha sido especial en muchos sentidos, pero en ese ha sido especialísima, porque hasta ahora no había trabajado en La Rioja. En teatro sí, pero no en televisión. Nunca había estado en Ezcaray, pero lo conocía de nombre porque es uno de los pueblos más bonitos de la zona.

¿En qué otros sentidos ha sido una serie especial? Por el personaje. El tipo de colaboraciones que me piden en televisión siempre suelen estar muy relacionadas con la comedia y, en este caso, Olmos combina también otros aspectos, dramáticos, trágicos y de acción, que me han permitido jugar otras facetas que no tenía tan exploradas. Y por el equipo, que nos divertimos muchísimo.

En teatro sí que ha interpretado papeles dramáticos. ¿Por qué no se los dan en televisión? A lo mejor porque en el teatro llevo toda la vida, es mi estado natural como actor, el sitio donde me he formado y del cual nunca he salido. Tengo muchos más contactos, conozco a más directores y hay un caldo de cultivo específico en el cual estoy muy metido. Además, muchas veces los personajes que hago en el escenario los elijo yo. Producimos teatro y elegimos una determinada función porque nos apetece hacer esos personajes. Y en televisión elijo menos, no soy productor, sino que me llaman.

¿Y echa de menos no hacer ningún personaje más dramático en televisión? Lo que queremos los actores es hacer cosas diferentes, pero no tengo una especial quemazón de decir: me hace falta hacer un drama para completarme. Quizá el teatro ya me satisface lo suficiente en ese sentido y me quita esa espinita. Y quién sabe, a lo mejor surge algo así en televisión. Pero, simplemente, el hecho de que me llamen para hacer comedia me hace sentir que hay algo que valoran en mí.

¿Cómo ha sido trabajar con Rubén Cortada? Rubén ha sido un descubrimiento para mí porque lo conocía por sus trabajos, pero no sabía nada del ser humano. Se suelen tener unos prejuicios muy grandes respecto de la gente que, como él, es tan impresionante físicamente. Y lo que he encontrado es un ser humano tan grande como su tamaño físico. Es un tipo profesional, humilde, generoso, que siempre está dispuesto a mejorar las cosas, es muy fácil relacionarse con él... Como mi personaje en la serie, he encontrado a un amigo.

En la primera temporada de 'Olmos y Robles' hubo quejas de algunos guardias civiles por la imagen que se daba de ellos. Eso pasa siempre. Es imposible que algo le guste a todo el mundo. Antes eso se comentaba en un bar y ahí se quedaba, pero ahora existen las redes sociales, y allí se vierten todas las opiniones. En 'Aída', por ejemplo, teníamos un montón de quejas cada semana. No se puede contentar a todo el mundo y es absurdo intentarlo, porque entonces te maniatas y no creas nada.

Pero en este caso las quejas eran del colectivo que retrata la serie. Dentro del colectivo de guardias civiles, siempre habrá gente que pensará que no se les está retratando bien, porque ellos tienen una imagen determinada y tú estás dando otra. Había gente que decía que nos burlábamos porque mi personaje, en un momento dado, podía ser torpe. A mí me parece que, lejos de ser una burla, la serie los humaniza, los acerca y da una buena imagen. Yo le he preguntado a guardias civiles si les molestaba mi personaje y me han dicho que no, porque los muestra como un colectivo más en el que hay de todo: gente más estricta y otra más relajada.

Estuvo 10 años dando vida a Chema en una serie de éxito como 'Aída'. Viéndolo ahora, ¿qué le ha reportado ese trabajo? Me ha enriquecido muchísimo en todos los sentidos. Desde el punto de vista económico, han sido 10 años de trabajo continuado en televisión, donde se gana más que en el teatro, con lo que me ha permitido pasar la crisis muy bien.

¿Y desde el profesional? Ha sido una auténtica escuela, una universidad, diría yo, porque estar tanto tiempo con tanta gente interesante, con compañeros con los que aprendías y, además, te divertías, ha sido muy grande. Y desde el punto de vista emocional , son amigos que conservaré toda la vida. Probablemente sea la serie de mi vida. Es muy difícil que se vuelva a repetir un hito como ese en mi carrera profesional. ¡Es que casi no me da tiempo! No creo que vuelva a estar en un proyecto tan longevo.

Con 'Olmos y Robles', se especuló mucho sobre si habría o no segunda temporada. ¿Cómo lo vivió? Estábamos esperando la renovación y no llegaba, y eso hacía que muchas veces dudáramos. Había incertidumbre, y a la vez, un cierto nerviosismo, porque si no salían nuevos episodios, el periodo que habías reservado para rodarlos se iba a quedar vacío de trabajo ya que estábamos diciendo que no a todo lo que nos llegaba para ese momento. Me daba mucha pena pensar que no iba a poder disfrutar de lo que estoy disfrutando ahora. ¡Ya estamos soñando con que haya una tercera temporada! Aunque está complicado...

Los lunes son un día difícil, con 'La que se avecina' y otros guardias civiles, los de 'Mar de plástico'. Poner a competir a dos series que tienen a la Guardia Civil como centro me parece muy tonto. El año pasado, 'Mar de plástico' nos hizo bastante año y este podríamos haberla evitado, porque ellos fueron los que dijeron primero que iban los lunes. Lo nuestro fue una decisión posterior que pensábamos que no se iba a producir. Yo no lo hubiera hecho.

Son las decisiones de los programadores de las cadenas. Yo no soy quien hace las parrillas y no tengo el criterio que se debe manejar, pero en las televisiones debería existir un criterio más de conviviencia que de esa competitividad ciega que acaba con proyectos que merecen la pena. También es verdad que el consumo televisivo está cambiando, que hay mucha gente que ve los programas por internet… Son muchos los factores que influyen, pero yo, desde luego, no hubiera elegido el lunes.

Otra serie de TVE, 'El Ministerio del Tiempo', no tuvo grandes audiencias, pero logró renovar gracias, en parte, a la movilización de los fans. Cuando una serie está en una cadena pública, deberían primar criterios mas allá de los cuantitativos. Una televisión así debería estar al servicio de la calidad y no tanto mirando audiencias, que también. Pero ya que hemos eliminado los criterios comerciales quitando la publicidad de la cadena, no busquemos solo esa rentabilidad en cuestión de share, hagamos que la gente valore la televisión pública pensando que es la mejor, donde los programas tienen un peso específico que a lo mejor no le podemos pedir a las privadas porque se dedican a ganar dinero.

Usted es actor, humorista, payaso, ha escrito libros de poesía… ¿Qué es lo que mejor le define? Profesionalmente, payaso. Es lo que más me gusta, lo que más me llena y me hace disfrutar. Además, es lo que más tiempo llevo haciendo, y no por obligación, sino por vocación, porque me apetece muchísimo subirme a un escenario y hacer lo que hago como payaso.

Usted, además, es licenciado en Filosofía. En Filosofía y Arte Dramático. Lo que pasa es que el payaso es un filósofo y un poeta. Tiene una visión de las cosas y se comporta y se comunica conforme a ella. Podríamos definir al payaso como una filosofía de vida, porque se toma las cosas a broma y, de pronto, es capaz de levantarse cuando se cae, interpretando el fracaso como una oportunidad. Es un punto de vista con respecto a las cosas que me interesa mucho y que me hace disfrutar.

Cuando acabe el rodaje de 'Olmos y Robles', volverá al teatro, con la gira de la obra teatral 'Mármol'. La gira empieza el 15 de octubre y luego recalamos en Madrid del 25 de noviembre hasta el 30 de diciembre. Estamos intentando armar una gira en el 2017 para seguir presentando el espectáculo.

Usted tiene dos hijos que se dedican también a la interpretación y están haciendo teatro. Sí, los dos son actores. Camila, que tiene 24 años, y Samuel, de 28.

¿Le gustó que ambos quisieran seguir su camino? Mi hija lo tenía claro desde muy pequeña. Entonces no le dábamos mayor importancia, porque todos los niños te dicen que quieren ser algo de mayores, pero luego vimos que iba en serio. Samuel fue más tardío con la decisión, le llegó con la adolescencia, y nos pareció buena idea porque ya le habíamos visto hacer cosas. Tampoco dijo de un día para otro que quería ser actor, sino que la cosa se fue desarrollando poco a poco. A los dos les va bien. No sé si tendrán una carrera muy larga o no, pero, a día de hoy, están disfrutando mucho con su trabajo.

Tras haber pasado dos veces por las urnas, ¿qué le pediría para su profesión al nuevo Gobierno que se forme? Muchas cosas. Que permitan que la gente exprese ideas, que no se tengan tantos prejuicios en contra de esta profesión porque deberían entender que alguien que se dedica al teatro, por definición es alguien que va a criticar, que va a mirar con lupa y que es alguien que necesita libertad. Que entiendan que nuestro trabajo es precisamente el que tradicionalmente ha ocupado el bufón a lo largo de la historia. Que nos quiten el 21% de IVA...

Esa medida les ha hecho mucho daño. Es un castigo, una venganza que ya ha durado demasiado. Pediría que permitan que se cree con libertad y que soporten las críticas, que aprendan a ser tolerantes. Son muchas cosas, pero en definitiva se resumen en una: que nos dejen trabajar en paz. Y si no, que se atengan a las consecuencias, porque cuanto más nos aprieten seguramente más enfadados vamos a estar, porque va a ser difícil domesticar a esta profesión.