Los tiempos están cambiando, incluido en aquellos reductos que parecían más inmunes a los cambios sociales. Las concursantes de Miss América ya no volverán a desfilar en bañador, la medida más simbólica de la revolución que pretende acometer el veterano concurso de belleza, creado en 1921 en Atlantic City, la ciudad de los casinos de Nueva Jersey. Según han anunciado sus responsables, Miss América dejará de juzgar a sus concursantes en función de su apariencia física para priorizar otros criterios, como los logros en su trayectoria o sus objetivos vitales. La decisión está influenciada por el movimiento #MeToo y por los nuevos aires de respeto hacia las mujeres, un pretendido giro de 180 grados que ha sido bien recibido en Estados Unidos.

Gretchen Carlson, Miss América en 1989 y actual presidenta del concurso. / AFP

La decisión llega un año y medio después de que el equipo directivo del concurso tuviera que dimitir después de que la prensa publicara correos internos de la organización en los que se referían a las concursantes con comentarios insultantes y sexistas de la peor calaña. El escándalo derivó en una nueva presidencia, encabezada por la antigua presentadora de Fox News Gretchen Carlson, Miss América 1989 y también una de las voces más activas del movimiento #MeToo. Carlson denunció en el 2016 al difunto consejero delegado de la Fox, Roger Ailes, por acoso sexual y acabó obteniendo 20 millones de dólares en un acuerdo extrajudicial.

UNA NUEVA GENERACIÓN DE MUJERES

“Ya no somos un concurso de belleza. Miss América representará a una nueva generación de mujeres líderes, centrándose en sus logros académicos, su impacto social, su talento y su empoderamiento”, ha dicho Carlson al anunciar los cambios. “Estamos experimentando una revolución cultural en nuestro país con mujeres que encuentran el valor para que sus voces se escuchen en muchos ámbitos, Miss América está orgullosa de evolucionar como organización y sumarse a este movimiento”.

Carlson ha señalado que el evento dejará de presentarse como un “concurso de belleza” para abrazar el concepto de “competición”. Y ya no se juzgará a las participantes en función de sus curvas, su atuendo o sus facciones, sino por lo que digan y cómo lo digan. “Nos vamos a fijar en lo que salga de sus bocas, del impacto social que puedan tener sus iniciativas”, ha dicho la presidenta de Miss América.