En la multifacética carrera del actor, comediante, productor y guionista británico Ricky Gervais hay dos hitos incuestionables: las presentaciones en las galas de los Globos de Oro, cuya comicidad mordiente ha causado estragos, y la creación de la serie televisiva 'The Office' (2001-2003). Este domingo madrugada del lunes en España, Gervais volverá como anfitrión de los Globos de Oro. Él no habrá tenido nada que ver en si gana '1917', 'El irlandés' o 'Joker' como mejor película. Lo suyo es presentar y no dejar indiferente: sus pullas afiladas a las estrellas de Hollywood ya forman parte de la historia de estos galardones.

Había comunicado que nunca volvería a presentar la gala, pero también que la oferta que le han hecho para este año era irrechazable. Fue el maestro de ceremonias en tres ediciones consecutivas 2010, 2011 y 2012, y repitió en el 2016. Cuatro años después ha vuelto a uno de los lugares en los que se maneja mejor. Los responsables de los Globos de Oro saben que tener a Gervais al frente acrecienta el interés de la gala.

En una de las ceremonias pasadas no tuvo reparos en reconocer que la gente conocía más 'The Office' por la versión estadounidense interpretada por Steve Carell que por la suya. "Oh, genial, qué bien está Steve Carell!", dijo. El realizador fue astuto y pinchó rápidamente un primer plano de Carell, presente en la gala. Al comentar de dónde habrá sacado tantas buenas ideas el actor norteamericano, Gervais, por supuesto, se señaló a sí mismo. Y Carell, que es muy buen cómico y muy listo, se lo reconoció.

"Será una noche de beber a lo bestia", aseguró en otra ceremonia. Silencio durante unos segundos. "Bueno, lo que Charlie Sheen llama tomar el desayuno", añadió. Pero nada como cuando dijo que solamente mirando las caras de los presentes, recordaba el gran trabajo que habían hecho aquel año los cirujanos plásticos. En la gala del 2011, su forma reiterada de meterse con 'The Tourist', un auténtico descalabro con Johnny Depp y Angelina Jolie, hasta el punto de sugerir que no entendía por qué había sido nominada, marcó un hito. Depp nunca olvidará aquella noche.

A Ricky Gervais se le contrata para eso, así que no volverlo a proponer como presentador no tiene sentido. Domina la escena y el 'tempo' como pocos anfitriones. Ningún imitador, en Estados Unidos o España, ha podido reproducir con la misma saña o ironía ese estilo. Se tiene o no se tiene. Gervais lo tiene. Y con él se acabaron las presentaciones en plan masaje para los integrantes de la industria del espectáculo.

Un largo camino

Pero para llegar a ese momento álgido en su carrera, el actor, nacido en 1961 en un suburbio de la localidad inglesa de Reading, tuvo que recorrer un largo camino. Un montón de espectáculos televisivos, un mano a mano con el vitriólico Larry David en el 2006, un 'talk show' propio (2010-2012), un papel secundario en las películas de la saga 'Noche en el museo' y la reciente serie 'After life' no son más que la cristalización de su gran obra maestra, 'The Office', la serie que escribió, produjo, dirigió y protagonizó (y por la que ganó un Globo de Oro) sobre el día a día en la delegación de una empresa papelera en crisis.

Su originalidad residía en socavar la fórmula de la 'sitcom' tradicional a través de un estilo de falso documental y una antología de incorreción política. Gervais interpreta al director de la oficina: se pone a tocar la guitarra en una reunión de motivación laboral y, cuando se entera de que los trabajadores le llaman Mr. Sapo, grita que eso es fascismo estético. Todo un hito de la televisión moderna.