La constancia es un elemento imprescindible a la hora de consolidar un hábito y convertirlo en parte de nuestra vida. Es necesaria la motivación, que a veces fluctúa, y que debe combinarse con pequeñas herramientas que nos ayuden a tener un fuerte hábito. Si no, aunque hayamos tenido voluntad al principio y necesitemos ese desarrollo, abandonaremos por el camino, independientemente de las veces que lo intentemos.

La necesidad de que pasen varias semanas, romper con nuestros esquemas mentales o el tiempo que se requiere son motivos más que suficientes como para abandonar cuando queremos establecer rutinas. Nos llevan al fracaso y a la sensación de que no podremos lograrlo nunca. Ocurre cada vez que nos marcamos nuevos objetivos o queremos mejorar en una disciplina. Sin embargo, todo es cuestión de seguir seis sencillos pasos.

CREA UN HÁBITO FUERTE

Los hábitos conllevan un esfuerzo extra y un plazo relativamente extenso que no siempre estamos dispuestos a cumplir. Tenemos que ser realistas con nuestros propios límites y ajustarnos a ellos. Además, entran en juego la motivación y la constancia, dos puntos que no se mantienen nunca estables, por muchas ganas que tengamos de llegar al objetivo.

Con los siguientes pasos, podrás superar todos esos obstáculos hasta hacer que un hábito sea parte de ti:

1. Señales de alarma

Una vez que hemos decidido el hábito que queremos instaurar y hemos sido realistas sobre la posibilidad de incluirlo en nuestra vida, debemos empezar a modificar ciertos elementos de nuestro entorno para que actúen como recordatorios de que tenemos que realizarlo. Si, por ejemplo, queremos empezar a ir a correr por las mañanas, podemos colocar la ropa de deporte en mitad del salón la noche anterior. Pequeños detalles a la vista que nos recuerden lo que queremos hacer, como señales de alarma.

2. Rutina

El hábito, al ser algo repetitivo, tiene que estar integrado en nuestro día a día de forma acertada. Si queremos empezar a ir al gimnasio, debemos evaluar el mejor momento para incluirlo sin grandes esfuerzos en nuestra semana. Tiene que encajar sin importantes modificaciones, ya que se podría acabar abandonado en poco tiempo.

3. Crea una cadena

Un simple mecanismo es poner un folio en blanco en un lugar visible, como la nevera, y crear una cadena de eslabones o cruces. El día que hayamos hecho el hábito, incluiremos un eslabón verde, mientras que, si no lo hemos hecho, pondremos una cruz roja.

4. Todo o nada

Cuando pensamos en un hábito, lo vemos hecho ya cada día. Sin embargo, en su instauración, hay altibajos, días donde está perfecto y días donde no se hace. Cuenta siempre con ello, y que fallar no implica abandonar. No busques la perfección desde el primer día.

5. Prémiate

Para este punto, puedes fijarte en la cadena que has creado en el paso tres. Por cada cuatro días consecutivos haciendo el hábito, debes premiarte. Pero no lo hagas con el acto contrario. Es decir, si estamos instaurando el hábito de levantarnos temprano, el premio no puede ser quedarnos hasta tarde en la cama.

6. Disfruta

Si el hábito te crea malestar, estás seguro de que lo quieres en tu vida? Todo implica sacrificios al principio, pero de mantenerse en el tiempo es que estamos yendo por el camino equivocado. Busca la forma de disfrutar con el nuevo hábito y apóyate en los premios.

Aprender a consolidar algo nuevo en nuestra vida no es solo cuestión de tener una alta motivación o de haber establecido correctamente la metas. Se basa en una serie de pasos que son los realmente causantes de que tengamos éxito o fracasemos por el camino.