“Esto es casi como una oposición”. La sobrecogedora frase corresponde a Esther González, la directora del 'casting' de ‘Masterchef’, encargada de seleccionar a los 15 concursantes que participarán en la quinta edición del programa de TVE-1.La soltó en medio del 'speech’ que se marcó este miércoles, 28 de diciembre, para aleccionar a los 80 candidatos que comparecieron con sus creaciones culinarias en un hotel de Madrid cercano al estadio Vicente Calderón. Solo le faltó decir aquello de “a ‘Masterchef’ se llega plato a plato”, para emular el célebre “partido a partido” del entrenador atlético, Cholo Simeone.

Allí estaban, armados con sus tarteras, los elegidos para la gloria gastronómica, que habían logrado superar la primera criba gracias a un vídeo mandado por internet. De los 20.000 inscritos (una cifra que superará al final ese mismo registro logrado en la cuarta edición al faltar unos días para cerrar el plazo), solo unos 500 consiguieron ser citados para las pruebas que se celebran en Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao y Sevilla. De ahí saldrán los 50 aspirantes que se la jugarán en la elección final de los 15 concursantes de esta quinta temporada.

Aunque la convocatoria coincidía con el Día de los Inocentes, ninguno de ellos parecía tomárselo a broma. Como Ana Rosa, una joven de Villarrobledo (Albacete) que se había bordado el delantal con los números 0101, en un guiño a la quinta edición del concurso. “Es el cinco en el sistema binario”, explicaba mientras su novio, Roland, asentía divertido por la presencia de la prensa: “Yo soy de cocina molecular y ella es más tradicional”. Guiada por ese amor a lo clásico, Ana Rosa había preparado unos enormes bollos con chocolate dentro de lo que ella denomina, con evidente gracia manchega, “porn food” o comida porno. “La llamo así porque tiene mucha grasa y mucho azúcar”, aclaraba entre risas.

En la fila también estaba Andrea, una joven madrileña ataviada con un precioso mandil que se aficionó al arte culinario viendo de niña “el canal del huevo”. “Mi hermana veía el Disney Channel mientras que yo me volvía loca con el Canal Cocina”, recordaba henchida de nostalgia. A su lado, una hondureña de mediana edad llamada Betsy exhibía con orgullo su pollo al curry y sus ganas de “aportar al programa la cocina caribeña”. Aunque para aportación, la de Ursula Victoria, una jienense de Baeza que evocaba unos versos de su ‘paisano’ Antonio Machado: “Igual que él decía aquello de ‘soñaré contigo cuando no te vea’, yo sueño con la final”.

PASIÓN CULINARIA

La directora del cotarro, Esther González, tiene muy claro que el “criterio fundamental” para elegir a los concursantes es “la pasión por la cocina”. “Mucho más allá de los conocimientos, que son también necesarios, es muy importante que vivan tan obsesionados con la cocina estén dispuestos a dejar sus trabajos o carreras profesionales colgadas para dedicarse a esto”, sentencia antes de poner dos ejemplos: “He visto en estas pruebas a un neurocirujano de 50 años con cuatro hijos que quiere pedir la excedencia para montar un restaurante, y también a otro que quiere vender su asesoría fiscal y abrir un restaurante para que su hijo cumpla su sueño, en vez de heredarla”.

Aunque no lleguen a tanto, en la nutrida fila de aspirantes de la convocatoria madrileña había al menos tres chicas que cumplían este requisito del ‘si tú me dices ven, lo dejo todo’. La abogada tinerfeña Stephanie abandonaría por los fogones su importante puesto en una consultora de la construcción; la toledana Estibaliz renunciaría al contrato fijo que le acaban de hacer en una empresa de márqueting, y la valenciana Sonia pegaría una patada a su empleo de creativa publicitaria porque ya no nota “esa chispa” que siente ahora por la cocina. “Al fin y al cabo, la creación y la publicidad tienen mucho que ver con este arte del que estoy enamorada”, confiesa.