El gran Jaume Perich no podía soportar las canciones de José Luís Perales, a quien dedicó muchos de sus chistes. De hecho, en aquellos tiempos, ningún progre que se respetara podía decir que le gustaba Perales so pena de excomunión. Yo también me tronchaba a su costa. Y a la de Julio Iglesias. Y a la de cualquier cantante que no se ajustara a mi canon de lo políticamente correcto en el mundo pop. El pobre Perich no tuvo tiempo para cambiar de opinión --murió demasiado pronto-- y puede que siguiera en sus trece, pero yo he llegado a la conclusión de que todo artista que vende los discos que han vendido Iglesias o Perales es por algún motivo (hay excepciones a la regla: lo de Miguel Bosé no lo entenderé nunca). Ahora que Perales se jubila con una gira por España y un disco de sus grandes éxitos, Mirándote a los ojos, le tengo un respeto tremendo y algunas de sus canciones me gustan sinceramente: hace tiempo que le perdí el miedo a la excomunión progresista.

José Luís Perales (Castejón, Cuenca, 1945) es, probablemente, la estrella más normal y cercana de toda la historia de la música popular española. En esa imagen ha basado una parte de su éxito. Lo suyo nunca ha sido el glamur (un poco tronado) de Julio Iglesias, ni una vida de mujeriego impenitente, ni ejercer de millonario exhibicionista y/o estrafalario. Con todo el dinero que ha ganado, solo posee dos casas, y ambas están en Castejón, su pueblo natal. Algo que podría haber funcionado en su contra --esa pinta de empleado de banca que le han prestado una guitarra para que se marque unas coplas--, le fue de maravilla para presentarse en sociedad como un buen chico de Cuenca al que solo preocupan las cosas más sencillas de la vida, que siempre encuentran un lugar en sus canciones.

Casado desde 1977 con Manuela Vargas, no se le conocen aventuras extraconyugales. Tiene dos hijos, María y Pablo, y algún nieto. Aunque se haya pasado la vida deambulando por España y Sudamérica, su familia sabía que acabaría volviendo encantado a Castejón. Algo que ha sabido también valorar su público, al que le habla de cosas que nos afectan a todos desde la perspectiva de un cuñado con un poco más de experiencia, no mucha. Que no le hablen de Miami o de orgías, pues él sabe que, como en Castejón, con la parienta y los críos, no se está en ninguna parte.

Perales, hijo de albañil y licenciado en electrónica por la Universidad Laboral de Sevilla, empezó componiendo para otros --Fórmula V, Paloma San Basilio, Miguel Bosé-- porque su timidez le impedía dar la cara en el escenario. En 1970, el entonces todopoderoso productor Rafael Trabucchelli le convenció para que grabara algunas de esas 500 canciones que ha compuesto a lo largo de su vida. Pese a su pinta de pasante de un bufete de abogados --o gracias a ella--, el triunfo fue instantáneo. Mientras en España nos reíamos de él, uno encontraba en París el single de Porque te vas, en versión de Jeanette, en casa de sus amigos progres, que la habían escuchado en el filme de Carlos Saura Cría cuervos.

Perales ha vendido 30 millones de discos a nivel global y, ya famoso, proporcionó material a Isabel Pantoja, Raphael, Julio Iglesias o Rocío Jurado. ¿Y cómo es él? propició muchos chistes, pero fue también uno de sus hits más notorios. Ha tenido tiempo para escribir dos novelas (La melodía del tiempo, 2015, y La hija del alfarero, 2017) y ahora se retira con la satisfacción del deber cumplido. Sigue teniendo la misma pinta de querido cuñado y su público se lo agradece.