Al entrar en el local que ocupa el número 6 de la avenida Jaume I de la Vall d’Uixó se percibe la sensación de acceder a una peluquería como podría ser cualquier otra con un estilo cuidado, con atención por los detalles... Al fondo, dispuestos en línea, cuatro butacones de color rojo, todos ocupados y el dueño del negocio, en la faena, como cada jornada, con peine y tijera en mano.

Todo podría parecer muy convencional sino fuera porque Paco Nogueras no tiene nada de eso. Y es que en el número 6 de la avenida Jaume I trabaja uno de los mejores peluqueros del mundo. Es mucho decir, pero en la sala de espera, una colección considerable de trofeos y menciones certifica que no hay nada de exagerado en la afirmación. De hecho, su último éxito, después de 16 años sin competir, ha sido proclamarse hace poco en París campeón mundial OMC en la categoría Low Fade Cut (un estilo concreto de corte de caballero clásico, con toques urbanos).

Este logro es razón más que suficiente para que a cualquier profesional le cambie la vida por completo, pero Paco Nogueras, heredero de una tradición de peluqueros que inició su abuelo Tomás en 1936, que asumió de la mano de su tío «y entrenador», también Tomás, tiene muy claras sus prioridades: sus dos hijos, Paco y Álvaro, su mujer, Nuria, y su pueblo. Por eso ni se plantea subirse a lo que para otros sería una lanzadera al éxito. Ha tocado la luna, lo está disfrutando, pero con los suyos, volviendo a su día a día. «Esta es mi elección y no la cambio», afirma de forma rotunda.

Sus clientes se sientan en las butacas rojas con la normalidad con la que lo han hecho siempre, conscientes de que la persona que tienen delante, que maneja con arte las tijeras, con pasión, de forma imparable, casi nerviosa, pero con tiento, sabiendo lo que está haciendo y por qué, es el mismo de siempre a pesar de ser uno de los grandes.

Merienda en apenas cinco minutos, porque una agenda llena no da treguas. Y es que el 2018 ha sido «un año de locura», como él mismo reconoce. No solo por ese mundial, que podría invitarlo a acomodarse en un ego en el que no se recrea. Un día, hará ahora un año, empeñado en encontrar los productos idóneos para rematar su trabajo a su gusto, los creó él mismo. Esa idea hoy es una marca, Rebel, que empieza a comercializarse con muy buena acogida. También ha logrado impulsar una iniciativa de asesoramiento y acompañamiento a personas que quieren hacerse implantes capilares en Turquía con totales garantías. Ya tiene lista de espera. Y todo desde su pueblo, al que liga su pasado, su presente y su futuro.

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