La Chica Karamelo llegó a España a finales de los 90 con cuerpo de hombre, «pero mente de mujer. El sexo de las personas está en la cabeza y no en los genitales», defiende Maura, nombre real de uno de los personajes artísticos más conocidos de Castellón, que ha protagonizado un sinfín de espectáculos por toda la provincia las últimas décadas.

Nacida en Ecuador, tras pasar por Suiza vino a España, concretamente a Madrid, para llegar después a nuestra tierra, donde se instalaría en 1998. Después de trabajar en el sector de la hostelería, ganó un concurso de Drag queen en el Pub Contramano de la capital de la Plana y fue entonces cuando se bautizó con el nombre por el que se le conoce hoy: «Me lo puso mi hermano porque en nuestro barrio una amiga se llamaba así y era lo más caliente que había», recuerda entre risas.

Un personaje irrepetible

La protagonista de esta historia no pasa desapercibida, ni lo pretende. Es consciente de que ha derribado muchas barreras y no necesita quien la defienda: «Antes de mí no había nada igual en Castellón, y después de mí tampoco lo habrá. Un espectáculo como el mío: burlesque, pintoresco, comediante y picante, no lo he vuelto a ver aquí. Se hará algo similar en otras ciudades, pero cada persona es irrepetible y mi personaje pegó muy fuerte». Asegura Maura que en su día llegó «al lugar exacto, el momento exacto y con la gente exacta», y rememora cómo «desde el año 2000 hasta el 2010 llegaba a hacer hasta ocho galas cada día». En la actualidad la demanda ha bajado, pero «la Chica Karamelo fue creado para divertir, y en eso seguimos, aunque ahora soy más recatada».

Maura, que fue seleccionada para entrar en Gran Hermano en el 2011, aunque finalmente no participó en el concurso televisivo, admite que su vida no ha sido un camino de rosas. Su momento más duro, quitando la muerte de su hermano, coincidió con su llegada a Castellón: «Estaba muy mala por una peritonitis, y pese a que no tenía papeles, doy las gracias al sistema sanitario de España porque ese momento me salvó la vida. Fue muy duro porque estaba enferma y sola».

Pide también esta ecuatoriana de nacimiento, pero vila-realense de adopción, que el sistema sanitario ayude a las mujeres que quieran cambiar de sexo: “Yo me lo he pagado todo siempre porque en mi época no había nada gratis, pero las administraciones sí tienen que ayudar a las jóvenes porque no sentirte cómodo con tu cuerpo es muy jodido. Si naces con una joroba y te la puedes quitar, ¿no lo harías?”.

Un paso adelante

De hecho, la protagonista no oculta que la operación le ha ayudado a ser aceptada socialmente: “A la gente le gusta el blanco o el negro, no las medias tintas. Cuando estaba en proceso de ser mujer, mucha gente se retraía. Te veía como un híbrido”, lamenta. Sí que avisa de que “ninguna decisión sale gratis. A veces una mujer transexual puede perder la patria, amigos, familia… En Ecuador, por ejemplo, en mi época la homosexualidad tenía penas de cárcel”. De todas formas, asegura que la valentía tiene recompensa: “Me he encontrado a mí misma y lo importante es poder ser quien quieres ser. Además te sirve para ver quién te quiere de verdad y quién no”.

A su condición de inmigrante, a La Chica Karamelo se le sumó en estos primeros pasos laborales su transexualidad, que por desgracia sigue siendo un hándicap para realizar determinados trabajos: «Muchas veces se te cierran tantas puertas, que a algunas les empujan a la prostitución. Tampoco quiero criminalizar esta actividad, porque creo que todos nos prostituimos de alguna manera, cediendo nuestro tiempo o nuestro cuerpo por dinero, pero la verdad es que muchas veces una mujer transexual se ve abocada a eso». Reivindica además que el cambio «debe empezar desde casa. Muchas veces no somos aceptadas por nuestra propia familia, nos echan de casa y ahí empieza todo».

Pese a lo dicho, Maura no es mujer de lamentaciones: «Los mejores momentos no terminan. Yo disfruto con todos mis espectáculos cada fin de semana».