No se puede poner puertas al inabarcable campo de la migración. Es una de las principales conclusiones a las que llega el informe de laAgencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) referente al 2016. Cuando se cierra una ruta, los afectados, lejos de abandonar su intento, buscan invariablementes alternativas, generalmente, mucho más peligrosas.

Es lo que ha ocurrido, según ACNUR, tras el cierre de la ruta occidental de los Balcanes y el acuerdo entre la UE y Turquíafirmado en marzo del 2016: el número de llegadas a Grecia por la ruta este del Mediterráneo disminuyó notablemente pero la ruta central, que va desde el norte de África a Italia, es, hoy por hoy, el punto principal de entrada a Europa.La agencia de la ONU constata que estaruta es "particularmente peligrosa".

Durante el 2016, se ha registado el mayor número de muertes en el Mediterráneo hasta el momento: 5.022 personas. Una cifra oficial que, sin ningún género de dudas, es mucho más abultada por los múltiples casos que quedan por contabilizar y, por lo tanto, fuera de las estadísticas. El 90% de los fallecimientos se ha producido en el trayecto entre la costa libia y la italiana. Un muerto de cada cuatro personas que intentaron cruzar. Las nacionalidades de los migrantes, según ACNUR, no varía en función de la ruta escogida, lo que demuestra que si una ruta se sella, los inmigrantes siguen desplazándose hacia la que está abierta.