Hace algo más de un mes que Tara Reade, una mujer que trabajó entre diciembre de 1992 y agosto de 1993 en la oficina de Joe Biden y que fue una de las ocho que el año pasado acusaron al exvicepresidente de «tocamientos» que les hicieron sentir «incómodas», elevó su denuncia y en un podcast aseguró que fue víctima de una agresión sexual por parte del entonces senador, ahora candidato de facto demócrata a la Casa Blanca. Con el país azotado por la crisis sanitaria y económica del coronavirus, la agravada acusación contra el exvicepresidente (que su directora de comunicaciones ha negado tajantemente) quedó mayoritariamente en un segundo plano, pero ni mucho menos desapareció. Y en los últimos días, conforme Biden sigue pasando apuros para ganar visibilidad, se ha intensificado un terremoto político, mediático y social que sacude la campaña.

El cambio en la versión de Reade sobre lo ocurrido y artículos de medios como The Washington Post o The New York Times, que no encontraron corroboración de partes de su denuncia (aunque sí de otras), han hecho que algunos pongan en cuestión su relato. Sin embargo, otros lo respaldan. El viernes, The Intercept obtuvo el vídeo de una llamada anónima en 1993 al programa de Larry King en CNN que cuadra con la afirmación de Reade de que se lo dijo a su madre (así como a su hermano y una amiga). Y el lunes, Business Insider sumó el testimonio de una vecina de Reade, que asegura que le contó la agresión en detalle en 1995 o 1996, y de otra compañera de trabajo que recuerda que le contó que fue despedida de la oficina de Biden tras denunciar el acoso.

Medios estadounidenses conservadores como FoxNews denuncian «hipocresía» entre los progresistas, otros medios o el movimiento #MeToo comparando la cobertura de las acusaciones contra el actual presidente Donald Trump.