La batalla abierta en los tribunales por Delphine Böel que aspira a demostrar que es hija ilegítima del rey Alberto II de Bélgica, padre del actual monarca Felipe, y conseguir así el reconocimiento de paternidad vivirá en febrero del 2017 un nuevo punto de inflexión. El que fuera rey de los belgas ha sido llamado a declarar en una audiencia convocada por el tribunal de primera instancia de Bruselas el 21 de febrero de 2017 en la que también están convocados la propia Böel y el hombre del que lleva el apellido, Jacques Böel.

Aunque el presidente del tribunal ha ordenado la comparecencia personal de los tres convocados lo cierto es que las partes implicadas pueden buscarse una excusa legítima y derivar el caso en sus abogados. Es decir una ausencia de una de las partes no entrañaría la parálisis del procedimiento y el abogado de Böel da por hecho que Alberto, de 82 años y que abdicó en el año 2013, no se presentará ante la corte.

“Según mi conocimiento, nos responderá su abogado Alain Berenboom. El rey estará representado por sus abogados”, ha explicado el abogado de Delphine en declaraciones recogidas por Le Soir. Según su experiencia, en los casos de paternidad en los que hay desavenencias como es el caso las partes no suelen asistir al proceso salvo que haya un menor. “Es lo que pasó en otoño de 2014 durante la audiencia del primer juicio en el que Delphïne Böel sí estuvo presente pero no Jacques Böel o Alberto II.

ARTISTA DE PROFESIÓN

La existencia de Delphine, 48 años, artista de profesión e hija de la baronesa Sybille de Sélys Longchamps, se conoció por primera vez en 1999 a través de una biografía de la reina Paola escrita por el periodista flamenco Mario Daneels en la que se apuntaba a una relación extramatrimonial del monarca de la que nació una niña en la década de los sesenta. Durante años, según ha declarado Böel intentó un acercamiento con su supuesto padre biológico, pero la negativa de Alberto le llevó a tomar la determinación de acudir a los tribunales.

Ahora serán los jueces belgas quienes deberán declarar en primer lugar si revocar el estatus de paternidad legal del empresario belga Jacques Böel y, en una segunda fase, si obligan al que fuera monarca (entre 1993 y 2013) a someterse a una prueba de ADN que permita establecer si es su padre biológico. “Nadie puede ser forzado a entregar ADN pero si se niega sería una asunción de su paternidad”, ha explicado el abogado Alain De Jonge.