La última vez que la poderosa Alemania ostentó la presidencia rotatoria de la Unión Europea -que cada seis meses ocupa un Estado miembro responsable de organizar la agenda de trabajo y los debates en el club- fue durante el primer semestre del 2007, cuando la crisis financiera no había hecho acto de presencia en el viejo continente y las prioridades giraban en torno a la reforma institucional del club o el abastecimiento energético amenazado entonces por Rusia. Trece años después, y de nuevo con Angela Merkel al timón, vuelve a ponerse a los mandos de la nave europea desde este 1 de julio, en uno de los momentos más críticos y cruciales de la UE, azotada por la crisis sanitaria más grave vivida nunca y en medio de la peor recesión económica.

Dos hechos que han trastocado profundamente su planificación hasta el punto de que internamente ya se refieren a su semestre como la "presidencia corona", ironiza un alto cargo alemán sobre un período que estará dominado por la gestión de las diversas crisis que afectan a la UE. "Definitivamente no es la presidencia que habíamos preparado. Habrá limitaciones y nuevas prioridades", resume la misma fuente citando al impacto de las medidas de distanciación social que seguirán limitando las reuniones físicas tanto técnicas como a nivel político, y que durante una presidencia normal superan los 1.500 encuentros.

Aunque el objetivo de Berlín es retomar las reuniones físicas desde principios de septiembre, la incertidumbre ante posibles rebrotes persiste por lo que se mantendrán las videoconferencias, una fórmula menos eficaz en la búsqueda de consensos porque impide encuentros personales en los pasillos, a menudo indispensables para forjar acuerdos. En todo caso habrá reuniones físicas y una de las primeras será la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del 17 y 18 de julio en Bruselas.

Prioridad 1: impulsar la recuperación

En el menú, las dos grandes prioridades del semestre: la negociación de un acuerdo sobre el nuevo presupuesto de la UE para el período 2021-2027 y el nuevo fondo de recuperación de 750.000 millones propuesto por la Comisión Europea para hacer frente a las consecuencias de la pandemia del covid-19. La última negociación de los líderes europeos, por videoconferencia en junio, puso de manifiesto enormes discrepancias entre los Veintisiete. A un lado los llamados 'países frugales' -Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia- que rechazan aumentar sus contribuciones al presupuesto y exigen un fondo de recuperación basado esencialmente en préstamos. Al otro, los países más afectados que alertan de que solo con préstamos su nivel de deuda pública se disparará a niveles insostenibles.

Un argumento aceptado por la cancillera alemana que junto al presidente francés, Emmanuel Macron, han hecho piña en defensa de un fondo de medio billón en subsidios. Un gesto inesperado de la parte de Berlín que ha virado 180 grados estos últimos meses y cuya idea recogió en su propuesta la presidenta Ursula von der Leyen, para disgusto de los países nórdicos que no aceptan dar subsidios o los criterios de reparto utilizados y que exigen una dura condicionalidad. "Hay todavía mucho debate", admiten fuentes alemanas sobre las expectativas ante la cumbre. "No hay garantías pero hay una oportunidad. Puede que tengamos que llegar al domingo por la mañana (19 de junio) pero somos optimistas y es posible", aseguran.

'Brexit', el otro gran objetivo

El otro gran foco de Berlín, cuyo papel será promover el compromiso y la búsqueda de acuerdos, será el acuerdo comercial entre la UE y el Reino Unido, que aspiran a cerrar para finales de octubre o principios de noviembre a más tardar, pese a que no hay avances en cuestiones sensibles como la pesca, el acceso de las empresas británicas al mercado interior y la equiparación de estándares o el papel del Tribunal de Justicia de la UE. "Si obtenemos un acuerdo sobre el marco presupuestario y el fondo de recuperación sería un tremendo éxito. Si logramos también un acuerdo sobre la futura relación sería magnífico pero hacen falta dos para un tango", apuntan.

El programa de trabajo también incluye el pacto verde, la digitalización, la conferencia sobre el futuro de Europa, el Estado de derecho, las relaciones con China y la reforma migratoria, un asunto "muy ideológico y tóxico", admiten, que la Comisión Europea ha ido postergando y que probablemente no se cerrará bajo presidencia alemana. "Podemos esperar movimientos pero un acuerdo llevará más tiempo", vaticinan.