Ni mujer, ni conservadora, ni de un país del este de Europa. El nuevo secretario general de la ONU es Antonio Guterres, de 67 años, socialista y portugués. Escogido por unanimidad, su elección no se aviene a ninguna de las tres primeras premisas que, según el alambicado juego de poderes en el seno del macroorganismo internacional, debía cumplir el sustituto de Ban Ki-moon.

Nacido en Lisboa en 1949, el que fuera primer ministro de Portugal entre 1995 y el 2002 se ha granjeado una buena imagen internacional, proyectada desde el año 2005 como alto comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR), máximo responsable del organismo que vela por garantizar los derechos de los refugiados.

El portugués, casado en segundas nupcias y padre de dos hijos, ha ocupado el cargo 10 años -desde el 2005 hasta el 2015- en los que, en medio de una de las crisis migratorias más intensas del último siglo, no ha dudado en llamar las cosas por su nombre y enmendar la plana a quienes, desde su punto de vista, lo merecían.Léase los países más ricos, muchos de ellos integrados en la familia europea, que han rubricado controvertidos acuerdos sobregestión migratoria. Decisiones que, como Guterres ha recordado en múltiples foros, se han revelado ineficaces e insuficientes en tanto que los inmigrantes muertos se cuentan por cientos en el Mediterráneo y el ritmo de asimilación de refugiados en los países receptores es irrisorio.

"No podemos evitar que la gente huya. Sí podemos decidir con qué grado de bondad y humanidad les tratamos". En frases como esta puede apreciarse el talante de Guterres al abordar el problema de los refugiados. Él mismo ha reconocido que su paso por el ACNUR ha sido la mejor preparación posible cara al cargo de secretario general. No le ha faltado tampoco la autocrítica en estos años: "Hay una falta de capacidad de la comunidad internacional para prevenir y solventar conflictos".

Durante su década al frente del ACNUR, fueron constatables los incrementos de ayuda en las distintas crisis humanitarias así como su incansable denuncia de que la comunidad internacional podía hacer mucho más.

MANIOBRAS DE LA UE

Esta es una de las principales razones por las que la Unión Europea ha maniobrado, esta vez sin éxito, para apartar a Guterres del preciado cargo al frente de Naciones Unidas. La UE hizo lo posible para promover la candidatura de la política conservadora búlgara Kristalina Georgieva, actual vicepresidenta de la Comisión Europea, que contaba con el beneplácito de la cancillera alemana, Angela Merkel.

Las primeras palabras de Guterres tras ser designadosecretario general de la ONU han sido un agradecimiento con"humildad y gratitud". "Humildad ante los grandes desafíos" que afronta el mundo y "humildad para poder servir a los más vulnerables", ha dicho. Guterres se ha mostrado confiado en que la"unidad y consenso" de su elección represente "una capacidad creciente" del Consejo de Seguridad para tomar decisiones "a tiempo" y responder a los grandes retos del mundo actual.

Guterres lanzaba este mensaje después de que la tarde del jueves el Consejo de Seguridad de la ONU decidiera, por aclamación, recomendarle formalmente para asumir la secretaría general de la ONU a partir de enero próximo. Esa recomendación pasa ahora a la Asamblea General, que debe ratificar la designación.