Nicolás Maduro festejó con bríos que 19 de los 35 países del Consejo de Seguridad de la ONU se negaran a acompañar a Estados Unidos en su política contra Caracas. Pero la alegría debió durarle un suspiro. Desde Miami, el mismo sábado le llegó una noticia inesperada. El coronel José Luis Silva, quien como premio a su lealtad se desempeñaba desde el 2014 como agregado militar en Washington, decidía desconocer su autoridad presidencial y avalar el interinato de Juan Guaidó, quien mete más presión y ofrece una amnistía a los militares que den la espalda a Maduro.

Silva no hizo más que darle sostén a los rumores que se propagan en la capital venezolana sobre grietas e intensos debates en diversos estamentos del frente castrense, el principal sostén de Maduro. «Mi mensaje es a todos los militares, a todos los que portan armas, que por favor no ataquemos al pueblo. Nosotros también somos del pueblo», dijo el desertor, que explicó que «continúa siendo el agregado de Defensa de Venezuela», subordinado «al Gobierno legítimo, no al ilegítimo».

El caso Silva muestra de un lado la rapidez con la que comenzó a moverse Elliot Abrams, el viejo halcón republicado a quien la Administración de Donald Trump designó como encargado del tema venezolano. Tras la ruptura de las relaciones con EEUU y la orden dada por Maduro a todo el personal diplomático, Silva no solo se quedó en «territorio enemigo»: puso en un severo aprieto al ministro de Defensa, el general Vladimir Padrino López, a quien supuestamente representaba.

López fue el encargado de afirmar el respaldo a Maduro horas después de que Guaidó se autoproclamara presidente «encargado» en su condición de máxima autoridad de la Asamblea Nacional y con la bendición norteamericana.

La inquietud de la familia militar no solo se refleja en las deserciones de suboficiales y soldados que no aceptan más salarios tan magros y las sanciones y prisión de oficiales superiores por disidencias con la jerarquía. El portazo de Silva se conoce días después del fallido alzamiento llevado a cabo por unos 30 uniformados como parte de un intento de golpe de Estado, segun el madurismo. A la vez, se esparcen en las redes sociales pronunciamientos de exmilitares chavistas que han roto hace años con Maduro y que vislumbran un nuevo momento político en el país a partir del desafío de Guaidó.

LOS DISIDENTES / El exministro de Alimentación y Transporte de Hugo Chávez, el mayor general Hebert García Plaza, se ha mostrado activo estos días en Twitter: «El solo hecho de que España y otros Gobiernos del mundo pidan convocatoria a elecciones, significa que en Venezuela hay un vacío de poder y que de derecho Guaidó es el presidente interino. Cada día que pasa Guaidó es más legítimo y Nicolas Maduro más ilegítimo, fuera y dentro del país y de las instituciones del estado».

Miguel Rodríguez Torres fue ministro del Interior y Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) de Chávez, además de un protagonista del fracasado cuartelazo que le dio notoriedad nacional. Rodríguez Torres formó el Movimiento Amplio Desafío De Todos (DDT). El chavismo disidente, señaló esa agrupación, no tiene por qué estar «escondido, arrepentido o humillado por un pensamiento que teníamos y que hoy está en debacle, porque el problema se trata de un hombre, de una figura política», en alusión a Maduro.

Es en este contexto en el que la oposición, con Guaidó a la cabeza, promueve desde el Congreso que el Tribunal Supremo considere en desacato una ley de amnistía para los militares que decidan darle la espalda al Gobierno.

La oposición convocó ayer a todos los ciudadanos para distribuir el texto de la ley de amnistía «por todas las unidades y todos los cuarteles militares de Venezuela». El documento fue entregado en varios destacamentos de Caracas y, en algunos casos, los militares lo destruyeron.

¿EFECTO CASCADA? / Guaidó no actúa por sentido piadoso ni benevolencia. La oposición busca debilitar o fracturar el lazo que une al presidente y las Fuerzas Armadas. Silva es el primero que parece ampararse en esa ley. ¿Habrá un efecto cascada de cuadros medios?

Mientras tanto, Nicolás Maduro ha rechazado con vehemencia el ultimátum de ocho días para convocar elecciones en su país efectuado por varios miembros de la Unión Europea (UE), entre ellos España, y lo ha calificado de «insolencia». «Nadie puede darnos un ultimátum de este tipo», dijo Maduro en una entrevista concedida en Caracas a la cadena CNNTürk, en la que se mostró, no obstante, abierto al diálogo.