Con 106 inmigrantes a bordo, el barco Aquarius navega ya hacia València junto con las dos naves italianas a las que han sido transferidas las otras 523 personas que la embarcación de la oenegé Sos Mediterranée rescató también en el mar y que fueron rechazadas por Italia y Malta. Tras el ofrecimiento del Gobierno español, se espera que la comitiva llegue a València durante la tarde o noche del sábado, aunque todo dependerá del estado del mar y la previsión no era buena, ya que se esperaba desde la pasada noche lluvia y olas de hasta cuatro metros.

A bordo del Aquarius viajan 51 mujeres, 45 hombres y 10 niños, las personas «más vulnerables», según explicó en un audio desde la embarcación David Beversluis, médico de Médicos Sin Fronteras (MSF). El resto de los inmigrantes viajan repartidos en los buques Orione de la Marina italiana y la patrullera Dattilo de la Guardia costera italiana. «Están estables y tranquilos. Hay gente cansada pero con agua y comida suficiente no deberían surgir problemas», relató. Alessandro Porro, de Sos Mediterranée, también incidió en la misma idea: «Las condiciones son buenas, al reducir el número de pasajeros podemos cuidarles mejor y hemos podido empezar a distribuir zapatos, un cambio de ropa e incluso algunos han podido ducharse» .

La Armada española escoltará a la flotilla de tres barcos en cuanto entren en aguas territoriales españoles, aseguró la ministra de Defensa, Margarita Robles. En València, mientras tanto, al llegar, personal del Ministerio del interior les entregarán un permiso temporal de residencia además junto a la documentación necesaria para realizar la petición de asilo. A partir de ahí, se entiende que todas se admitirán a trámite lo que dará un plazo de seis meses para estudiar cada caso. Se da por seguro que no todos podrán acceder a esa condición cuyos requisitos marca la Convención de Ginebra, aunque podrán optar a la protección subsidiaria o a la protección por razones humanitarias, que ofrece un paraguas mucho más amplio.

Eso sí, los 123 menores que llegan sin acompañante, una vez se certifique son menores, pasarán a depender de la Comunitat Valenciana. La Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas que dirige Mónica Oltra trabaja en encontrarles acomodo en sus centros, una situación que no es fácil dada la saturación que existe.

Más allá de los detalles del dispositivo, y después de unos días de muchos gestos por parte de ellos mismos, los políticos valencianos han empezado a reclamar prudencia en la recepción. Joan Ribó, alcalde de València apuntó que es hora de que se deje «trabajar a los profesionales y guardar la intimidad y la dignidad de las personas que lleguen».

El president de la Generalitat, Ximo Puig, fue más allá y señaló que la «bienvenida debe estar dirigida por profesionales y poniendo en el centro a las personas aún han estado en mar de la incertidumbre» y advirtió que el Puerto «debe ser un espacio para profesionales no para políticos, ahora es un momento de privacidad y de ayuda». Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, habló de las actuaciones de Italia y España, señalando que ha habido un electroshock por las dos partes. Es decir, «que ya está bien, que ya vale«, consideró el veterano dirigente socialista, que no evitó juzgar, aunque de forma diplomática, al Gobierno italiano. «Mi papel no es poner el dedo en el ojo de Italia, pero su comportamiento pone en cuestión su respeto al ordenamiento internacional», afirmó.

CONSEJO EUROPEO / Pero lo relevante del caso del Aquarius para el ministro es su potencial para forzar un cambio en la política migratoria de la UE, que será abordada en el Consejo Europeo del 28 y 29 de junio. «De no ser por el Aquarius el asunto se abordaría en esa cita como hasta ahora, con los países limitándose a trasladar su preocupación», explicó Borrell. «A veces hay que sacudir un poco la mesa para que las cosas se muevan», dijo el ministro. El comisario europeo de Migración, Dimitris Avramopoulos señaló que no es momento de buscar culpables sino de «asumir responsabilidades» y «ser solidarios» para que todo el peso de los rescates no recaiga en unos pocos países y la respuesta sea verdaderamente común.