Fueron, en su momento de máximo apogeo, un mínimo de 30.000 milicianos. Ahora, según la coalición internacional, son unos 3.000. Controlaban, cuando se autoproclamaron Estado Islámico, decenas de las ciudades más importantes tanto de Siria como de Irak. Ahora ya no tienen ninguna.

Este sábado, tras tres años de presencia en Irak, el primer ministro del país, Haider al Abadi, ha anunciado que han sido completamente echados. Su único lugar para esconderse es el desierto del este de Siria, en dos pequeñas bolsas de territorio sin habitantes ni población ni infraestructuras.

Badiyat al Sham —el nombre de esta zona—, sin embargo, sí tiene cuevas y montañas de difícil acceso. Durante años ha servido como lugar de contrabando entre Siria e Irak; ahora servirá para que los militantes del EI aguarden a que la guerra termine: para convertirse, después de ser ‘Estado’, en insurgencia.

«La zona, antes, era usada por los grupos terroristas para movilizarse y entrenar. Limpiarla del todo es nuestro mayor reto en la actualidad. El sector es difícil de inspeccionar completamente», aseguró a la prensa un general iraquí la semana pasada.

Pero aunque la zona sea, finalmente, limpiada de miembros del Estado Islámico, los problemas, según los expertos, persistirán. «A los gobiernos les gusta hablar del EI en términos de métricas, números y ciudades. Pero olvidamos que el EI es más que presencia en el terreno. Son una fuerza política, una fuerza ideológica. Aunque sean derrotados militarmente, no estamos un paso más cerca de solucionar sus causas políticas», explica a ‘The Washington Post’ el analista Tobias Schneider.

Donde está el jefe

Es, de hecho, en esta zona, donde, supuestamente, si es que está vivo —nadie lo sabe a ciencia cierta— se esconde el líder del Estado Islámico, Abu Bakr al Bagdadi. Tanto Rusia como los Estados Unidos y el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos —una oenegé basada en Londres— le han dado por muerto en varias ocasiones; para luego desmentirse a ellos mismos.

La última vez fueron los rusos en junio de este año, cuando anunciaron que lo habían matado en un bombardeo ocurrido en mayo en las afueras de la ciudad de Raqqa, la que fue, cuando aún la controlaban, la capital del Estado Islámico. En setiembre, sin embargo, se publicó un audio de al Bagdadi en los foros yihadistas de internet. El audio no ha sido verificado, y podría haberse grabado antes del bombardeo.

Si está vivo —nadie lo sabe—, lo más probable es que Al Bagdadi esté escondido en el desierto de Badiyat al Sham.

Sin embargo, aún con las dificultades, la coalición internacional es optimista. «El EI está a ahora mismo en sus horas más bajas. Nuestro trabajo es asegurarnos que no se recuperen», dijo a la prensa el general estadounidense Joseph Dunford.