«Ustedes tienen futuro si seguimos juntos, vamos todos con fuerza», dijo Mauricio Macri en la norteña provincia de Tucumán, donde un 60% de sus habitantes lo rechazaron en las primarias de agosto. Mientras auguraba prosperidad en caso de ser votado y reelegido en las presidenciales del 27 de octubre, 1.250 kilómetros al sur, en la ciudad de Buenos Aires, el Congreso argentino aprobaba prorrogar por tres años la ley de emergencia alimentaria.

La medida fue exigida en las calles por los movimientos sociales ante el agravamiento de la crisis vive el país. La oposición recogió el guante y el macrismo no tuvo otra alternativa que plegarse. El proyecto recibió el visto bueno del Senado. La semana pasada había sido aprobado por la Cámara de Diputados.

En virtud de este acuerdo, la ayuda estatal para los más necesitados se extiende hasta finales del 2022. La sesión en el Senado estuvo precedida por una movilización ante las puertas del Congreso de miles de activistas de organizaciones sociales. En el interior, la senadora María Magdalena Odarda, del opositor Frente Progresista, recordaba la gran paradoja de un país «capaz de darle de comer a 400 millones de personas» y que no puede garantizar las necesidades de 15 millones de sus habitantes. A lo que la peronista Beatriz Mirki añadió: «El hambre ya se ha instalado en Argentina».

INFLACIÓN / Tras la derrota de Macri en las primarias del pasado 11 de agosto ante el peronista Alberto Fernández volvió a saltar el precio del dólar y acelerarse la inflación. Las protestas en la capital argentina se han convertido en una postal permanente, con sus ollas populares, sus cortes de calle y la indignación a flor de piel. El pasado fin de semana, el obispo de la provincia de Salta, Mario Cargnello, interpeló al jefe de Estado: «Mauricio, has hablado de pobreza, llévate el rostro de los pobres, que son argentinos, dignos, respetuosos y merecen que nos pongamos de rodillas delante de ellos». Se calcula que como consecuencia del nuevo cimbronazo, Fernández, a quien se le adjudica una inexorable victoria en un poco más de un mes, recibirá un país con casi 40% de personas en situación de pobreza.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Precios (INDEC), una familia de cuatro miembros necesitó en agosto 33.013 pesos (530 euros) para adquirir los bienes y servicios esenciales. El salario mínimo es de 14.125 (226 euros). El INDEC informó que la cesta básica se encareció un 3,4% en el mes previo y acumula un alza del 58,2%.

La profundidad de la crisis social explica que a una semana del reinicio de la campaña electoral Fernández le saca a Macri 20 puntos de ventaja. En este contexto se aprobó la prórroga de la ley e impulsó la creación del Programa de Alimentación y Nutrición Nacional, que establece un incremento de al menos el 50 % en las partidas presupuestarias de este año destinadas a políticas públicas de alimentación y nutrición. Este aumento implicará un coste fiscal adicional este año de 10.000 millones de pesos (unos 160 millones de euros). «Esta ley es un paliativo», sostuvo el senador peronista Carlos Caserio. Como se recordó durante la sesión parlamentaria, son los niños los más afectados por los efectos de la debacle económica. La pobreza infantil pasó del 44% al 51,7% en los dos últimos años. La Universidad Católica Argentina (UCA) calcula que se trata de unos 3,4 millones de menores. La franja más afectada va de los 5 a los 12 años.

LA NIÑA MELINA / La zozobra se siente también en la ciudad de Buenos Aires, la más rica de Argentina. Un 19,1% de sus habitantes son pobres. Entre ellos está Melina, la niña con la que Macri se tomó una foto hace 11 años en un basural capitalino. Sobre unos tablones de madera, el entonces candidato a alcalde lanzó junto a ella la promesa de erradicar el flagelo de la desigualdad.

Once años más tarde, Melina todavía vive cerca del basural, en el Ramón Carrillo, un barrio pobre del oeste de la ciudad. Ya es mayor y se le borró la sonrisa. Ya no apoya a Macri.