Al Gobierno, a una treintena de parlamentarios, a medios de prensa nacionales e internacionales y hasta a la oficina de turismo. Brenton Harris, el asesino de Christchurch, envió su manifiesto racista minutos antes de dejar 50 muertos en dos mezquitas. Certifica una inquietante tendencia terrorista en los tiempos de las redes sociales: no basta con infringir en máximo daño, también urge darle la máxima publicidad. Sirve tanto un envío masivo de emails que una cámara en el casco para retransmitir cómo se amontonan los cadáveres en directo. Facebook ha informado de que ha logrado eliminar 1,5 millones de vídeos en todo el mundo del ataque.

El documento no aclaraba el lugar de los inminentes ataques ni otros datos que hubieran ayudado a evitarlo. Tampoco fue dirigido al email personal de la primera ministra, Jacinda Arden, sino al genérico del Gabinete. “Fui avisada a los dos minutos de su recepción”, aclaró ayer en una rueda de prensa donde defendió la reacción ante un atentado que se alargó durante 36 minutos. “Desafortunadamente, no había ningún detalle en el mensaje”, repitió.

El jefe nacional de policía, Mike Bush, se refirió a las dudas sobre la celeridad de la respuesta del cuerpo. Los agentes, señaló, llegaron a la mezquita apenas seis minutos después de recibir la primera llamada de emergencia y desarmaron al atacante en diez minutos.

Fue una jornada intensa para la primera ministra. Por la mañana asistió a la mezquita de Kilbirnie (Wellington) para depositar flores y prometer ayudas económicas para los funerales. También hubo de responder a todas las preguntas que se acumulan dos días después del peor atentado terrorista en la historia del país. Todos los cuerpos han sido retirados ya de los centros de culto pero las familias lamentan que los retrasos en las entregas impiden enterrarlos en las 24 horas que recomienda el Islam.

PROCESOS JUDICIALES

Es una tarea delicada, recordó Arden. Consiste en identificarlos y determinar con exactitud la causa de la muerte para que los informes puedan ser utilizados en los procesos judiciales. Un equipo especial formado por seis expertos en identificación de cadáveres en desastres naturales ha sido enviado hasta Christchurch para acelerar la operación. “No habría nada peor que darle a una familia el cuerpo equivocado. Eso no va a pasar aquí”, ha afirmado Deborah Marshall, jefa del equipo forense. El plan preveía entregar los primeros en la noche del domingo y los últimos, el miércoles.

Todo apunta ahora a que la matanza fue obra de un lobo solitario a pesar de que los cuatro detenidos en las horas siguientes sugerían un ataque concertado. No habrá ninguna confirmación hasta que concluyan las investigaciones. “No diré nada definitivo hasta que no estemos absolutamente convencidos de cuánta gente estaba involucrada, pero espero que pueda hacerlo en los próximos días”, señaló Bush.

El último recuento eleva las víctimas mortales hasta 50 y otros tantos heridos. Doce de ellos continúan en estado crítico. Las autoridades no han publicado el listado de los fallecidos y las primeros se conocen por familiares y organizaciones varias. Entre ellos figura Khaled Mustafa, un refugiado sirio que había llegado con su familia a Nueva Zelanda en busca de un lugar seguro en 2018. También murió su hijo mayor, de 14 años, mientras que el menor resultó herido.

El lunes medirá la capacidad de la tercera ciudad del país para recuperar su rutina cotidiana después de unos días traumáticos. Bush prometió que la policía estará presente en las calles, en los negocios, en las escuelas e incluso en el aire. “Para que os podáis sentir seguros para ir adónde tengáis que ir mañana”, terminó.