Los partidos gubernamentales en Alemania e Italia, dos estados clave de la Unión Europea y de la eurozona, han sufrido fuertes retrocesos en los recientes comicios regionales, mientras que la extrema derecha sigue avanzando con fuerza en un contexto de debilitamiento económico. Los resultados evidencian la pérdida de respaldo ciudadano a las coaliciones gubernamentales, formadas en Alemania por los democristianos (CDU) y socialdemócratas (SPD) y en Italia por los antisistema del Movimiento 5 Estrellas y los socialdemócratas del Partido Demócrata (PD). El retroceso muestra asimismo que los partidos gobernantes siguen sin dar una respuesta efectiva al malestar ciudadano.

Los otros dos grandes países de la eurozona, Francia y España, también registran un significativo apoyo a la extrema derecha. El presidente francés, Emanuel Macron, pese a disponer de una cómoda mayoría parlamentaria, recibe una pésima valoración a mitad de su mandato, como indica el sondeo de Elabe de esta semana: el 61% de los franceses consideran negativa su elección, el 71% estima que no ha mejorado la situación del país, el 55% califica como decepcionante su gestión y solo el 12% la ve positiva. En España, la fragmentación política y la enconada polarización de los partidos alimentan un marco de inestabilidad, en la que se utiliza la cuestión catalana como pantalla para esconder y tratar de desviar el profundo malestar social por la desigualdad y la precariedad.

En Alemania, los democristianos de la cancillera, Angela Merkel, han caído 11,7 puntos en las elecciones regionales de Turingia del 27 de octubre, obteniendo solo el 21,8% de los votos. Los socialdemócratas también han perdido 4,2 puntos, logrando el 8,2% de los votos. Esto se suma al importante retroceso de ambos partidos en las elecciones europeas de mayo y en las regionales de Brandeburgo y Sajonia de septiembre. Los mayores beneficiarios son la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) en el este de Alemania y Los Verdes en el oeste, y La Izquierda (Die Linke) en Turingia. La extrema derecha fue la fuerza más votada en Turingia entre la población de 18 a 60 años. Solo el voto de los mayores de 60 años inclinó el resultado final a favor de La Izquierda (31%).

Las elevadas pérdidas de votos han abierto una fronda en las filas democristianas, en las que se cuestiona a Merkel y a su delfín, Annegret Kramp-Karrenbauer, mientras que los socialdemócratas debaten si deben abandonar la coalición para evitar el hundimiento del partido. EL SPD ha pasado de tener una expectativa de voto superior al 25% hace 4-5 años a caer al 14% ahora, un año y medio después de la nueva gran coalición con Merkel.

El descontento social en Alemania oriental es muy marcado: el PIB per cápita en el este es el 30% inferior al del oeste, la tasa de paro es un tercio más alta y el 42% de los alemanes orientales se consideran de segunda clase. En el conjunto de Alemania se ha agravado también la desigualdad, en especial desde el 2000, según el Instituto de Investigación Económica y Social (WSI). Por ejemplo, los ingresos disponibles para el 40% de la población menos rica han caído desde el 2000. Además, el 9,1% de los alemanes con empleo tienen ingresos inferiores al umbral de pobreza, según Eurostat. El estancamiento económico alemán actual y la reticencia gubernamental a adoptar un plan de reactivación continuarán erosionando el respaldo a los partidos gubernamentales.

Exigencias de Bruselas

En Italia, las elecciones regionales en Umbría del 27 de octubre confirmaron la pujanza de La Liga, el partido de extrema derecha del exviceprimer ministro Matteo Salvini, que logró el 36,9% de los votos, y de la posfascista Hermanos de Italia, con el 10,4%. Los partidos de la coalición gubernamental quedaron muy atrás, con el 22,3% para el Partido Demócrata y el 7,4% para el Movimiento 5 Estrellas. Los resultados validan los sondeos que señalan a La Liga como primer partido italiano, con el 33% de intención de voto, encabezando un Gobierno con sus aliados posfascistas (8%) y la debilitada Forza Italia de Silvio Berlusconi (7%). Por el contrario, la intención de voto se limita al 19% en cada uno de los miembros de la coalición gubernamental.

El malestar social por la falta de mejora de las expectativas y la desigualdad alimentan el auge de la extrema derecha.