“Necesito paz”. Breve, directo y contundente. A las 15:07 del pasado 24 de septiembre, Bana Alabed (@AlabedBana) se estrenaba en la red social Twitter con esa frase. Un mensaje más, un pensamiento habitual para cualquier habitante de Siria, si no fuera porque Alabed tiene siete años y usa esta herramienta para comunicar al mundo la tragedia de quienes viven sitiados en el este de Alepo, bombardeada de manera intensiva desde el pasado día 22 por la tarde.

Con ayuda de su madre, Fatemah, la niña relata las dificultades de la vida en la guerra. “Llueven bombas. Todo el mundo tiene miedo”, afirma. Bana es menuda y tiene una larga melena castaña oscura. Sus ojos son grandes, pero las fotos que ha colgado en su cuenta muestran una mirada cansada. “Buenas tardes. Estoy leyendo para olvidar la guerra”, cuenta en otro mensaje, que acompaña con una fotografía frente a un libro y en la que se puede ver también una muñeca de plástico.

“No puedo salir (de casa) por culpa de las bombas. Por favor, dejad de bombardearnos”, suplica la pequeña en un tuit. Algunos padres residentes en Alepo han tenido que recurrir al ingenio para lograr que sus hijos pasen un buen rato a pesar de las circunstancias. Por eso existe en la ciudad, por ejemplo, un parque infantil subterráneo construido por profesores y activistas en el lugar de una antigua cárcel del régimen de Damasco. Aunque esto no garantiza la seguridad, ya que la aviación siria y sus aliados rusos están usando bombas anti-búnker, que pueden dañar estructura soterradas varios metros.

En menos de una semana, la cuenta de Bana ha superado los 2.300 seguidores. Y éstos no paran de aumentar. “Hay gente que se pregunta cómo tenemos internet. Usamos un 3G débil y a veces wifi”, explica la menor a través de su cuenta, y apunta que la conexión es habitualmente pésima y que las llamadas o los mensajes de texto rara vez funcionan debido a los cortes de suministro. “Internet va muy mal. Se nos está acabando la comida. No tenemos electricidad, pero ahí está el sol para que le hablemos al mundo”, dice otro texto. Los paneles de energía solar son un recurso habitual en la parte asediada de la ciudad.

CIUDAD DE PESADILLA

Las estadísticas de Unicef mostraban, el pasado miércoles, que al menos 96 menores habían muerto y otros 223 habían resultado heridos en el este de Alepo entre los días 23 y 28 de septiembre. “Los niños de Alepo están atrapados en una pesadilla viviente. No quedan palabras para describir el sufrimiento que están viviendo”, lamentó entonces el subdirector de la organización, Justin Forsyth.

Datos publicados esta semana por la Sociedad Médica Siria Árabe detallaron que solo quedan dos pediatras para atender a los alrededor de 85.000 niños que se calcula quedan en la zona oriental de la ciudad, controlada por la dispar oposición siria y cuyas filas integran desde moderados hasta yihadistas.

"DEJADME APRENDER"

La guerra de Siria está pasando una factura especial a los menores, 7,5 millones de los cuales se han visto afectados, según los datos de la oenegé centrada en la infancia Save The Children. Los datos de esta organización también señalan que dos millones de niños se están perdiendo sus clases por culpa de la contienda.

Bana Alabed es una de ellas: “Quiero ser profesora, pero esta guerra está acabando con mi sueño. Dejadme aprender inglés y matemáticas”.