Tatyana Guseeva arrastra a trompicones, por un camino semiasfaltado lleno de baches, la sillita con la que saca a pasear a diario a su hijo más pequeño. Tampoco es que exista mucho divertimento para menores en este barrio periférico de Novosibirsk donde reside desde hace más de un año. Rodeada de gigantescos socavones, hierba que literalmente alcanza a los mismos portales, ruidosas excavadoras, tuberías de calefacción pendientes de ser enterradas y edificios de baratos paneles unidos a toda prisa por un cemento que incluso rebosa de sus hendiduras, todo a su alrededor rezuma provisionalidad, hasta el punto de que se hace difícil aceptar que cientos de ciudadanos estén ya residiendo en estos apartamentos pagados por adelantado.

Esto es Pliushikhinski, un distrito fantasma construido a toda prisa en el extremo oriental de la capital de Siberia que ni siquiera existe oficialmente en el catastro municipal. La empresa que lo ha levantado, denonimada Diskus Plus, pertenece a Serguéi Dzulai, considerado por muchos como el concejal más rico del ayuntamiento local y aspirante a la reelección en los comicios regionales de ayer.

Combinando política y negocios hasta un nivel difícil de imaginar en cualquier país europeo, Djulai lo controla prácticamente todo en el arrabal: empresas de su propiedad fabrican el material prefabricado con el que se levantan las viviendas, suministran servicios como la electricidad, la calefacción y el agua caliente, regentan las escasas las tiendas y los proveedores de internet. Y muy probablemente, según denuncia la oposición, pagan a los fornidos hombretones que patrullan el lugar a bordo de aparatosos vehículos y que se detienen de forma intimidatoria en cuanto ven a un periodista realizando preguntas a los vecinos. Un enorme pasquín electoral con el rostro del oligarca preside numerosos puntos del barrio, en el que puede leerse su eslogan electoral: La vivienda debe ser accesible.

«Es un esquema piramidal; Dzulai no invierte su propio dinero, solo construye a medida que recibe dinero de los compradores», explica Yaroslav Vlasov, reportero de Taiga-Info . El oligarca «necesita el escaño de concejal; sin su mandato (político), su esquema de negocio dejaría de funcionar; no solo quebraría sino que probablemente acabaría en la cárcel», denunció en su blog, antes de ser envenenado, el opositor Alekséi Navalni, convaleciente en un hospital alemán.

Y con el objetivo de garantizar al empresario de la construcción un nuevo mandato de cinco años en el ayuntamiento de Novosibirsk, junta electoral, jueces y poderes fácticos locales parecen haberse empleado a fondo en las últimas semanas , según denuncia Danil Markílov, candidato del distrito por la opositora Coalición 2020 y apartado en el último momento de la liza electoral por un cuestionado problema de procedimiento. H