El nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha iniciado su mandato con la firme voluntad de cerrar la etapa de Donald Trump. Y de entrada ha aprobado ya medidas como un plan para combatir la pandemia del coronavirus, el reingreso del país en el Acuerdo del Clima y en la OMS o la congelación del proyecto del muro con México.

Esos nuevos aires se sienten también en el Despacho Oval de la Casa Blanca, que Biden ha redecorado a su gusto. Por ejemplo, eliminando elementos extravagantes como el 'botón rojo de las coca colas' que Trump mandó instalar.

En una línea más ideológica, Biden ha querido que determinados personajes históricos que se han distinguido por su lucha contra el racismo o por los derechos de los trabajadores ocupen un lugar destacado en su despacho. Así ha colocado bustos de Martin Luther King Jr. o del líder sindicalista hispano César Chávez.

El busto de Chávez luce junto a fotos de la familia del presidente, detrás del 'Resolute Desk', el escritorio presidencial donde Biden trabaja y firmó las primeras órdenes ejecutivas de su presidencia. Chávez (1927-1993) fue el fundador del sindicato United Farm Workers y uno de los más importantes líderes latinos en defensa de los derechos civiles de los hispanos y de los trabajadores del campo, en su mayoría inmigrantes. Hizo popular la consigna de "Sí, se puede", que años después adoptaría Barack Obama en su campaña de las elecciones presidenciales del 2008.

El renovado despacho también cuenta con los bustos de Martin Luther King y Robert F. Kennedy cerca de la chimenea, así como los de la activista negra Rosa Parks y de la exprimera dama Eleanor Roosevelt. Estas esculturas reemplazan a las del expresidente Abraham Lincoln y el exprimer ministro británico Winston Churchill que Trump había colocado.

En otro gesto de declaración de intenciones, Biden ha colgado un retrato del expresidente demócrata Franklin Delano Roosevelt, artífice del 'New Deal' y el líder que guió al país durante la segunda guerra mundial. En ese espacio Trump había colocado un retrato del expresidente Andrew Jackson (1829-1837), un líder al que dijo admirar y cuyo paso por la historia ha sido reconocido pero también criticado por ser el responsable del llamado "camino de lágrimas" de los nativos americanos expulsados de sus tierras durante 1836 y 1839.