Brasil registró 188 nuevas muertes por coronavirus que elevan a 1924 la cantidad de víctimas fatales. El parte diario se ha conocido en medio de una crisis sanitaria que también es política: el presidente Jair Bolsonaro destituyó al ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta. La salida de este médico conservador estaba cantada desde el momento en que defendió el aislamiento social llevado adelante por los estados y dobló en popularidad al capitán retirado. Su salida provocó otra ola de caceroleadas en las principales ciudades del país donde se remitió como un mantra el grito de "Fuera Bolsonaro". El reemplazante de Mandetta es un oncólogo de abiertas simpatías con la ultraderecha. Nelson Teich aseguró que tendrá una "alineación completa" con el presidente.

Teich se encuentra con un país al límite de su capacidad para atender las infecciones que, de acuerdo con los números oficiales, asciende a 30.425, aunque varios especialistas llegan a multiplicar por diez esa cifra. El sistema de salud en el estado de Ceará ha colapsado con la ocupación total de las camas de la unidad de cuidados intensivos (UCI). Se trata de la tercera provincia en número de casos positivos. Sao Paulo, la ciudad más afectada del país, enfrenta una situación parecida. En Río de Janeiro el nivel de camas utilizadas es del 88%.

"No piensen que estamos libres de un pico de esta enfermedad. El sistema de salud aún no está listo para una suba acelerada de los contagios", advirtió Mandetta antes de ser echado e hizo una encendida defensa de la ciencia para enfrentar la pandemia. "La ciencia es luz, es iluminación. Invierte todas tus energías a través de la ciencia".

Semanas antes de ser elegido por Bolsonaro como nuevo ministro de Salud, Teich había publicado un artículo titulado "covid-19: ¿Histeria o sabiduría?", en el que defendía la necesidad de encaminar juntas a la economía y las políticas sanitarias. En 2019 señalaba que si los médicos se encontraran frente a una crisis en la que debieran elegir "entre invertir en el tratamiento de personas mayores o jóvenes", no deberían inclinarse por "una persona mayor, que puede estar al final de la vida". Ahora le toca responder en términos prácticos su pregunta.

A pesar de las caceroleadas, Bolsonaro no desperdició la oportunidad de mostrarse como ganador de la pulseada con Mandetta y, además, anunció que enviará al Congreso un proyecto de ley que permita aliviar las medidas de cuarentena tomadas por los gobernadores estaduales. El capitán retirado no solo quiere la reapertura de tiendas y restaurantes. También defendió la reanudación de la actividad escolar. "No se tiene noticias de que alguien menor de 10 años haya muerto" por coronavirus. La subestimación de los efectos de la pandemia le ha restado apoyo incluso en parte de sus votantes. El presidente llegó a calificar de "gripecita" al covid-19.

Descarada ignorancia

Bolsonaro, dijo Carlos Alberto Sardenberg, columnista de O Globo, sorprende por su "descarada ignorancia". El capitán retirado cree que "el calentamiento global, la pandemia, los derechos humanos, el servicio a los pobres, la red O Globo y los medios en general y el petróleo en las playas son una conspiración de izquierdistas, con la China comunista siempre detrás, y a veces la pobre Venezuela ". Según Igor Gielow, columnista del diario 'Folha de Sao Palo', el Gobierno de ultraderecha había llegado a un "punto de agotamiento" con sus querellas internas. "Lo que vendrá después es insondable, pero los próximos pasos para liderar la crisis del coronavirus serán centrales para las posibilidades del presidente de permanecer en el poder".

Para el consultor Marcos Nobre, más temprano que tarde las caceroleadas y el "Afora Bolsonaro" se transformarán por este camino en "Juicio político ya". Una eventual acusación, añadió, "solo tendrá efectos beneficiosos en la democracia si va acompañada de un acuerdo amplio, sin carácter electoral, entre la derecha y la izquierda".