En menos de cuatro meses, el 1 de enero del 2021, la desconexión entre el Reino Unido y la UE será total, y el acuerdo que debe regir las relaciones futuras entre ambos bloques sigue sin visos de estar cerca, pese a las horas dedicadas a la negociación en verano y la «paciencia y determinación» con la que encara el desafío, en segundo plano desde la irrupción del covid, el negociador jefe europeo, Michel Barnier.

«No podemos perder más tiempo. Necesitamos el acuerdo para finales de octubre si queremos que la nueva asociación esté en vigor el 1 de enero del 2021», advirtió la semana pasada, en un intento por mantener la presión sobre

Londres, que sigue arrastrando los pies y resistiéndose a cumplir con los compromisos asumidos por su primer ministro, Boris Johnson. «Es la única forma de dar tiempo suficiente al Parlamento Europeo y al Consejo para que se pronuncien. Todo el mundo, en todas partes, debe ser realista sobre este estricto plazo», indicó, unas horas después de mantener un infructuoso encuentro con su homólogo británico, David Frost, para preparar la octava y crucial ronda negociadora que arranca esta semana.

El período de transición previsto tras el divorcio político expira el 31 de diciembre. Y de no cerrar el nuevo acuerdo comercial con tiempo suficiente para concluir el proceso de ratificación, no se descarta el temido brexit caótico, una carta que Johnson insiste en jugar en su pulso por arrancar las máximas concesiones posibles a la UE y que abocan la negociación a un pacto in extremis o una salida sin acuerdo. «Perder un tiempo precioso ahora con la esperanza de lograr un mejor acuerdo en una partida de póquer de última hora no es útil», recriminó el presidente del grupo de coordinación de la Eurocámara, David McAllister.

«No hemos visto ningún cambio de posición en el Reino Unido (…) Estoy preocupado y decepcionado», se lamentó, frustrado por falta de compromiso que percibe en relación a tres cuestiones vitales: lograr un terreno de juego posbrexit libre de distorsiones ni competencia desleal, un acuerdo pesquero justo y un sistema de arbitraje para resolver los puntos de fricción que puedan surgir en el futuro. H