Brasil tiene numerosas razones para estremecerse el modo en el que ha golpeado la pandemia. Una de ellas acaba de salir a luz: un 77% de las 160 muertes de parturientas asociadas con covid-19 que se han registrado en todo el mundo hasta principios de julio han tenido lugar en territorio brasileño. El diario paulista Folha consigna que esos 124 casos, que casi cuadruplican a los registrados en Estados Unidos, el país más expuesto al coronavirus, se suman a los de otras 201 mujeres que murieron por el virus en los últimos meses durante el embarazo o en el período posparto. De acuerdo con la doctora Fátima Marinho, profesora de la Universidad Federal de Minas Gerais, la cantidad de fallecimientos por razones similares puede ser aún mayor. En 2009, la gripe porcina fue responsable de 57 episodios de la misma naturaleza.

Hasta el pasado 14 de julio se registraron 1.860 casos positivos de mujeres a punto de parir. Los números provienen del Sistema de Información de Vigilancia Epidemiológica de Influenza (Sivep-Gripe ) y han sido recopilados por un grupo de obstetras y enfermeras de 12 universidades e instituciones públicas. Las conclusiones fueron luego publicadas en el International Journal of Gynecology and Obstetrics. Para las investigadoras, la mala calidad de la atención prenatal, los recursos insuficientes para la gestión de emergencias y la dificultad para acceder a los servicios de salud durante la pandemia crearon las condiciones para los decesos por encima de los históricos promedios. De acuerdo con el estudio citado por Folha, el 22,6% de las mujeres que perdieron la vida poco antes o inmediatamente después del parto no tuvieron acceso a una cama en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y el 36% ni siquiera llegó a ser intubada.

La pandemia creó a su vez condiciones para un aumento de la violencia de género en Brasil. Solo entre marzo y abril de este año los femicidios se incrementaron un 22% en comparación con el mismo periodo de 2019. El Foro de Seguridad Pública (FBSP) ha reportado 143 asesinatos en esos dos meses. Para el organismo, las mujeres encontraron más dificultades durante el confinamiento para formalizar sus denuncias. El aumento de la violencia, añade, se explica en una "convivencia más cercana a los agresores, quienes, en el nuevo contexto, pueden evitar que vayan a una estación de policía u otros lugares que brindan asistencia a las víctimas".