Brasil ya es una de las cuatro fuerzas más expansivas del coronavirus en el planeta. Con los 815 casos letales de este sábado contabiliza unos 15.000 muertos y una cantidad de contagios mayor que en Italia y España. Los casi 234.000 infectados desde que se declaró la pandemia dan cuenta de la dimensión de una crisis que es sanitaria y a la vez política. El presidente, el ultraderechista Jair Bolsonaro, ha perdido a dos ministros de Salud. Primero Luiz Henrique Mandetta, quien defendía la cuarentena contra las opiniones del mandatario y, con apenas 28 días en el cargo, dimitió Nelson Teich. Bolsonaro ha colocado de manera provisional al general Eduardo Pazuello.

«Brasil atraviesa la crisis más grave en la historia republicana», ha asegurado Marco Antonio Villa. Su columna en el semanario Istoé lleva un título elocuente: ¿El suicidio de una nación? Villa sostiene que el «mejor aliado» del covid-19 ha sido el propio presidente, que dirige el país desde enero del pasado 2019, con sus «sucesivas acciones y declaraciones que desmoralizan el protocolo establecido por el propio Ministerio de Sanidad».

En estos meses, el mandatario brasileño no solo llamó a la pandemia «gripecita». También apoyó con su presencia dos manifestaciones en Brasilia a favor del cierre del Congreso impulsadas por los grupos más radicales.

«El presidente ya ha demostrado repetidamente que pertenece al grupo de personas que desprecian la ciencia», señaló por su parte Hélio Schwartsman, columnista de la Folha de Sao Paulo. «El corolario de este hallazgo es que si insistimos en ignorar sus errores, Bolsonaro continuará perpetrándolos». Schwartsman llamó al presidente de la Cámara de diputados, Rodrigo Maia, a dejar «de lado la pusilanimidad y desbloquee cualquier solicitud de juicio político». Los pedidos superan la treintena.

La situación que más inquieta al presidente Bolsonaro no proviene por ahora del Congreso. Está relacionada con las investigaciones que tienen lugar en el Tribunal Supremo donde puede aclararse si intentó interferir en una serie de investigaciones de la Policía Federal para proteger al clan familiar. Los analistas políticos creen que esa puede ser la llave para la salida de Bolsonaro del Ejecutivo.