“Porque soy un demócrata”. Esa fue la respuesta del primer ministro británico David Cameron el viernes a quienes le reprocharon haber convocado un referéndum que ha colocado alReino Unido a un paso de salir de la Unión Europea. Un riesgo enorme e innecesario, que a medida que pasan los días, se acrecienta. La posibilidad de una victoria del 'Brexit' es ahora algo con lo que hay que contar.

El pasado lunes dos sondeos daban ventaja de entre cuatro y cinco puntos a la opción de la salida de la familia europea. El viernes, un sondeo online agrandaba esa ventaja a 10 puntos y el sábado, 'The Independent', corroboraba esos 10 puntos de ventaja. En la media de encuestas que ofrece el portal WhatUKThinks, sin embargo, los partidarios de permanecer en la UE ('Remain') estaban a la cabeza por la mínima, con apenas un 51%, contra el 49% para los que apuestan por marcharse ('Leave'). Cameron, euroescéptico después de todo, ha confiado demasiado en los argumentos económicos y le falla la credibilidad. En la página web de la mismísima BBC ya se preguntan si no habrá otras elecciones generales antes de diciembre.

El conservador Boris Johnson se ha coronado como el gran agitador de la campaña del 'Out', a la que ha dado un impulso de entre 10 y 12 puntos. El exalcalde de Londres explota un discurso de banal populismo patriótico. “¡Retomad el control!”, “¡Creamos en nosotros mismos!”, pide a los votantes en los mítines a los que acude en un autobús rojo en el que puede leerse: “Mandamos a la Unión Europea 350 millones de libras a la semana. En lugar de eso, financiemos nuestra sanidad pública”. La cifra, como tantas otras de las que se manejan en esta campaña, es falsa, pero no importa. Lo que cuenta es el mensaje de que mucho dinero de los británicos acaba en Bruselas.

LA CARTA DE LA INMIGRACIÓN

El 'Brexit' ha eclipsado los argumentos económicos, que le son totalmente adversos, para reducir el debate al control de la inmigración europea, donde Cameron patina. Cada día, Johnson y los suyos repiten machaconamente que los inmigrantes tienen la culpa de los mil males del país: la carencia de escuelas y viviendas sociales, la sobrecarga en la sanidad pública. Peor aún. Con la entrada en la UE de Turquía, que ellos dan como hecha, son una amenaza para la seguridad nacional.

La tabla de salvación para la permanencia son los laboristas, mayoritariamente proeuropeos. Pero la falta de motivación de sus militantes es alarmante. “Si los laboristas se quedan en casa, Gran Bretaña se marchará”, han advertido dos primeros ministros de esta formación, Tony Blair y Gordon Brown, en una carta al diario 'The Guardian'. “Solo el laborismo puede salvar a Gran Bretaña del 'Brexit'”, añaden.

El actual líder, Jeremy Corbyn, conocido euroescéptico, ha aceptado a regañadientes defender la permanencia, pero su participación está siendo mínima. Y son muchos los militantes tentados de votar por el 'Brexit'. En torno al 26%, según las encuestas. Los sondeos también sugieren que un 40% de los simpatizantes laboristas aún no saben qué votar, ni de qué lado está la dirección del partido. “Creo que hasta ahora muchos de nuestros votantes no saben que estamos por el voto de ‘In’ y por la permanencia”, reconoce el antiguo líder Ed Miliband.

TEMOR EN LAS FILAS LABORISTAS

“Hay un verdadero riesgo de que, dentro de dos semanas, Gran Bretaña elija el aislamiento”, admite el diputado laborista Andy Burnham, que aspira a convertirse en el alcalde de Manchester y teme que el referéndum se les esté escapando de las manos. “El aislamiento, así lo veo yo, tendría un impacto profundo en nuestra nación. Fragmentación, miedo, división. Nos encontraríamos en una situación que ni siquiera los terroristas han conseguido desencadenar con sus bombas”. Los laboristas en favor de la salida citan la emigración como problema número uno. Es ahí donde discrepan con la cúpula y donde el UKIP trata de sacar tajada.

La esperanza en el campo de la permanencia está también en la movilización del electorado joven, el más proeuropeo. Los menores de 25 años, sin embargo, no suelen acudir a votar. Está vez puede que sea diferente. Muchos grupos se han movilizado en las redes sociales pidiendo la inscripción en el registro electoral, cuyo plazo acabó el jueves, después de una extensión de 48 horas, por una avería informática. En la última semana se registraron un millón y medio de británicos. Esa cifra récord augura una gran participación el 23 de junio. La Comisión Electoral prevé en torno al 80%, muy por encima del 66% de las elecciones generales del pasado año.